El plomo angosto de la noche muda
reclina sobre el hombro de mis rejas
la oquedad adjetiva hilando quejas
en la grama del palpito, en la duda.
Su fondo negro a ciénagas de ruda
subraya la pregunta en que te alejas,
dudoso entre los ecos que me dejas
en un viento que apenas se desnuda.
Hermètico al vestido de la muerte,
juegas entre la loza de los huesos
hasta apagar el calcio de las venas.
Y ronca la mirada por tenerte,
el plomo angosto de tus labios presos
rompe en la madrugada mis cadenas.
Ramón Uzcátegui, sc