Una Voz que me dice… Lc 1, 57-66. 80

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

24 de Junio de 2018: XII Domingo Tiempo Ordinario

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Lc 1, 57-66. 80

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

El nacimiento de un niño esperado tanto tiempo, es la ocasión para celebrarlo con gran alegría. Ha sucedido lo inesperado, y para resaltar este suceso, al niño se le da un nombre nuevo, para mostrar que Dios le tiene una misión muy especial

Pero tú también tienes un nombre nuevo, tu nombre bautismal. Dios tiene algo especial para que lo hagas: deberás revelar el amor de Dios dondequiera que te encuentres, por medio de tus dones y talentos. Ruega por la gracia de poder llevar a cabo tu misión, tan lealmente como lo hizo Juan, aunque el costo de llevarla a cabo sea alto.

Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como Juan Bautista.

Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.

Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Juan significa “Dios es bondadoso”. Zacarías le da este nombre como se lo había ordenado el ángel. Al enterarnos de que una familia ha concebido y está esperando un bebé, todos nos llenamos de alegría y desde el fondo de nuestro corazón agradecemos la bondad de Dios, y en todos nosotros está la mano de Dios. ¿Ayudo a que estas nuevas vidas, nuevas creaciones de Dios, sigan el camino de alegría y bondad que Dios les ha dado?, este es un texto para recordar el aborto, primero entender la responsabilidad a la que nos comprometemos con Dios y segundo a entender que no tenemos ningún derecho sobre algo que nos fue dado, que ante estas nuevas vidas debemos mostrar misericordia, alegría, bondad, amor y sobre todo respeto, los errores que se cometen, ellos no debe ser los que deben pagar, ¿Quiénes somos nosotros para quitar esa alegría y bondad que Dios ha depositado en este nuevo ser?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

Quiero ser como Juan el Bautista, que sabía que tú eres el verdadero enviado de Dios y que también soy quien te anuncia a mis hermanos.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu ORACIÓN personal?

Cada uno pone sus intenciones.

Que canten los niños, que alcen la voz,
Que hagan al mundo escuchar;
Que unan sus voces y lleguen al sol;
En ellos está la verdad
Que canten los niños que viven en paz
Y aquellos que sufren dolor
Que canten por esos que no cantarán
Porque han apagado su voz

«yo canto para que me dejen vivir»
«yo canto para que sonría mamá»
«yo canto por que sea el cielo azul»
«y yo para que no me ensucien el mar»
«yo canto para los que no tienen pan»
«yo canto para que respeten la flor»
«yo canto por que el mundo sea feliz»
«yo canto para no escuchar el cañón»

Que canten los niños, que alcen la voz,
Que hagan al mundo escuchar;
Que unan sus voces y lleguen al sol;
En ellos está la verdad.
Que canten los niños que viven en paz
Y aquellos que sufren dolor;
Que canten por esos que no cantarán
Porque han apagado su voz

«yo canto por que sea verde el jardín»
«y yo para que no me apaguen el sol»
«yo canto por el que no sabe escribir»
«y yo por el que escribe versos de amor»
«yo canto para que se escuche mi voz»
«y yo para ver si les hago pensar»
«yo canto porque quiero un mundo feliz».
«y yo por si alguien me quiere escuchar»

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

Siempre que veamos a una familia que ha concebido, ofrezcamos alegría y recordémosles que la misericordia y bondad de Dios están sobre ellos y dar gracias a nuestros padres y quienes han estado a nuestro lado ayudándonos a crecer en espíritu y también en nuestros desiertos.

Los errores que cometemos nadie más los debe pagar, aceptémoslos, carguemos nuestra Cruz y vivamos felices

Al igual que Juan el Bautista anunciemos la alegría del mensaje de Dios.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?

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