«Pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».
En el Evangelio de hoy Jesús les está hablando de su próxima muerte a sus discípulos. Les predice que llorarán y se lamentarán por su ausencia.
Pero también les promete el cambio de su tristeza en alegría. También a nosotros nos ocurre a veces que sentimos la ausencia de Jesús. Parece que nos abandona, que se aleja de nuestro lado… Y sentimos la tristeza, el cansancio, la oscuridad y el abandono.
Son momentos en los que no nos puede faltar ni la fe ni la esperanza. Jesús siempre está ahí, aunque a veces la tiniebla encubra a la luz. Nunca dudemos de que toda tristeza puesta en las manos de Jesús se convertirá en alegría.
Pon hoy en sus manos esas tristezas tuyas y las tristezas de todos los hombres para que Él las resucite en alegría.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf