Cuando la pobreza y la riqueza entran en contacto suceden situaciones extrañas, impredecibles, trágicas. El realizador coreano Bong Joon-Ho nos ofrece en Parásitos un retrato muy poco complaciente del marco social contemporáneo.
Una familia -cuatro miembros: matrimonio, hijo e hija-, todos en paro, malviviendo de trabajos precarios y mal pagados, hacinados en un semisótano poblado de insectos, sin cobertura wifi (es uno de los signos del tiempo presente) que buscan en las redes abiertas de alguno de los inquilinos del edificio en el que viven. Otra familia –cuatro miembros: matrimonio, hija e hijo-, ricos, habitan una casa de diseño, cómoda, él tiene un trabajo bien remunerado que les permite un tren de vida satisfecho (chófer, coche de alta gama, ama de llaves, equipamientos diversos en la vivienda…)
Las dos familias entran en contacto, cuando los primeros se convierten en empleados de los segundos. Primero el hijo (digamos pobre) es contratado para dar clases de inglés a la hija (digamos rica). Después la hija entra para cuidar al hijo pequeño. El padre pobre será el chófer que lleva al padre rico al trabajo y a la madre rica de compras, y finalmente la madre pobre será la nueva ama de llaves. Sin que lo sepan, terminan contratando a toda la familia. Así, todos los miembros de la familia ocuparán el puesto de los empleados que son despedidos de su puesto por las artimañas que ponen en marcha. Pobres y ricos tal vez son conceptos demasiado simplistas, pero retratan fielmente la realidad de cada uno. No sabemos cuál es la intención última de los empleados. Tal vez simplemente se trata de tener un trabajo, aunque siguen viviendo en el mismo lugar y no parecen desear un cambio de condiciones de vida, o al menos no hacen nada por conseguirlas, aun pudiendo hacerlo. Los parásitos del título podrían ser ellos, que viven aprovechándose de quienes les han contratado, ocupando su espacio cuando se marchan de acampada, comiendo y bebiendo a costa de sus empleadores. Por otro lado, los Park tampoco escapan de la consideración parasitaria (se aprovechan también de sus empleados, y mantienen siempre una distancia y una conciencia de distinción; parecen incapaces de hacer nada por sí mismos, dependiendo también de sus empleados).
El argumento da una vuelta de tuerca con el regreso a escena del ama de llaves despedida. Las situaciones van adquiriendo un tono inquietante hasta desembocar en un clímax pesimista y desesperanzado.
El concepto ‘lucha de clases’ desapareció de los manuales cuando las clases populares de nuestro mundo desarrollado accedieron, en mayor o menor medida, a los benéficos gozos del estado del bienestar. En Parásitos BongJoon-Ho recupera el concepto y construye una historia que manifiesta la rivalidad de quienes están en aceras enfrentadas, a merced de la prepotencia o el servilismo. Logró la Palma de Oro del festival de Cannes 2019 y ha ganado muchos premios en estas primeras semanas del año, incluidos los premios gordos de los Oscars. Hay quien ha manifestado su sorpresa, porque siendo una película interesante, ha logrado el éxito frente a pesos pesados como El irlandés o 1917. Y es que la globalización ha llegado también a las colinas de Hollywood.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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