Para madres y padres

Educar no es una tarea nada fácil. Exige un largo camino de aprendizaje por ensayo y el error. Tampoco está exenta de conflictos y dificultades, pero también puede convertirse en la tarea más fascinante y enriquecedora.

Si existe un tipo de literatura saturada de cantidades industriales de azúcar, esa es la relacionada con la maternidad y paternidad. Hasta hace muy pocos años, muchos libros, novelas, ensayos o diarios solo hablaban de la parte más bonita de ser mamá o papá silenciando las complicaciones que encuentran las familias a la hora de educar, o conciliar vida profesional y escolar, o afrontar el cansancio extremo que produce intentar llegar a todo, o la frustración de sentir que no se consigue lo deseado. Se decía poco de los sentimientos de culpa, tristeza o vulnerabilidad que impiden disfrutar de la educación de los hijos, pensar con claridad y decidir correctamente.

Por suerte, en los últimos años hay avances. Ya es posible que muchas familias puedan compartir, sin miedo a ser juzgadas, sus dificultades al educar a sus hijos y los sentimientos de culpabilidad y frustración que les acarrean.

Pese a todo, ser capaz de ser feliz en la crianza conlleva aceptar que las cosas escasamente saldrán como se desea, que no siempre se tienen respuestas a las necesidades de los hijos en sus diferentes etapas y que no existe el manual pedagógico infalible. Educar no es una tarea nada fácil. No está exenta de conflictos o dificultades, pero también puede convertirse en una tarea fascinante y muy enriquecedora, partiendo de algunas premisas-certezas.

Certezas para que padres y madres eduquen a sus hijos sin sentirse culpables

  1. Los hijos no necesitan unos padres perfectos, sino unos progenitores presentes y dispuestos a ayudarles, sin sentir pudor, complejos o excusas al admitir que muchas veces no tienen soluciones para todo.
  2. Cada maternidad o paternidad es única y que está rodeada de diferentes circunstancias. En ocasiones hay que revisar -y acaso eliminar- conceptos o criterios educativos equivocados heredados en nuestra infancia.
  3. Los hijos no vienen a la vida a cubrir los sueños no satisfechos de sus padres ni a cumplir sus expectativas desmesuradas. Vienen a crecer, a aprender y a convertirse en personas únicas, dignas, fraternas y libres.
  4. Hay que dejarse ayudar. Ser mamá o papá es un oficio que por su complejidad exigen una preparación permanente. Hay mucho por aprender. Las personas que les puedan orientar son insustituibles por la luz y la tranquilidad que aportan.
  5. Valorar las cosas desde el amor positivo e incondicional. Se pueden aprender estrategias efectivas que den respuesta a las necesidades educativas en cada una de las etapas de desarrollo de los hijos.
  6. Y no olvidar nunca de encontrar el tiempo necesario para cuidarse, para desconectar y recargar pilas para educar con sensatez y serenidad.

La educación lleva a vivir confrontando sentimientos opuestos, como el amor y el miedo, la alegría y la tristeza o la esperanza y la desilusión. El secreto para poder disfrutar de este oficio es nunca dejar de aprender.

Juan Carlos cmf

(FOTO: Aaron Burden)

 

 

 

Start typing and press Enter to search