En 1987 el realizador estadounidense Martin Scorsese produjo una película titulada After hours, que en España se tituló ¡Jo, qué noche!, que relataba la odisea vivida por un yuppie neoyorquino en una noche bastante aciaga. Algo así le sucede a un joven honesto y tranquilo que ha vivido cuidando a su padre durante la enfermedad de éste. Cuando muere retoma su trabajo e intenta recuperar la normalidad de su vida. Pero una noche, una joven bastante excéntrica se cruza en su camino y va a poner patas arriba su controlada existencia.

El comienzo de No matarás nos pone sobre aviso de los derroteros que va a tomar la película. La cámara sigue a Dani, el protagonista, pegada a su cogote en un largo plano secuencia que le lleva desde el salón de su casa hasta un estanco cercano donde compra tabaco para su padre, a pesar de que suponemos no es la mejor medicina que el enfermo necesita, y regresa de nuevo a su casa donde descubre que su padre ya dejó de fumar para siempre. Todo ello filmado desde la nuca de Dani (no vemos su rostro en todo el largo movimiento de cámara), siguiéndole. Eso es lo que vamos a hacer durante toda la película: seguirle en su angustioso peregrinaje y participar con él de las desventuras que le suceden. El hecho de que atienda las demandas de la extraña joven que le pide dinero, primero, y le ruega que le acompañe, después, nos da idea de su carácter: bondadoso, dispuesto a hacer favores, incapaz de decir que no… La odisea vivida durante esa noche provocará en Dani un cambio, que le alejará definitivamente de su carácter generoso y le convertirá en alguien muy distinto. La última secuencia, filmada como la primera, en un plano secuencia que sigue a Dani, parece cerrar el círculo, pero el joven que nos mira fijamente a los ojos nos interroga por el transcurso de los acontecimientos y por las decisiones que le quedan pendientes.

Todos sabemos que “No matarás” es el quinto mandamiento y podemos preguntarnos por el motivo que justifica que la película utilice ese enunciado como título. ¿Tal vez es una llamada de atención para atender las consecuencias que pueden derivarse de su incumplimiento? Es cierto que Dani ha vivido una vida tranquila, muy alejada de las circunstancias que vive esa noche, y por ello ha podido mantener su talante mesurado y equilibrado. Cuando las cosas se tuercen y se ve enfrentado a situaciones distintas, emerge en él alguien que lucha por sobrevivir o vivir la vida que ya vivía, reconocible y familiar.

Mario Casas ha recibido el Goya a mejor actor por su interpretación en esta película. Es merecido, sin duda, por el trabajo que realiza. Él nos mantiene en tensión, con él sufrimos su angustia, nos apiadamos de su mala suerte o tal vez le compadecemos también por su bondad mal entendida que a lugares tan oscuros le conduce. Pero también nos lleva a pensar que en el alma de Dani permanecía oculta desde el principio esa mirada que nos dirige cuando termina la película sin saber si ha terminado también su particular odisea.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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