London River

En una de sus canciones, Te guste o no, Joan Manuel Serrat subraya la identidad fundamental que nos aúna a todos los seres humanos más allá de costumbres o rasgos culturales. Algo de esto nos ofrece también el realizador Rachid Bouchareb en London River, película de 2009, pero con un mensaje atemporal.

El punto de partida es el atentado perpetrado por un grupo de yihadistas suicidas en Londres en julio de 2005 en el que murieron más de cincuenta personas y resultaron heridas más de setecientas.

Las primeras imágenes de la película nos presentan a sus protagonistas, dos personas que no se conocen y son a priori muy distintas: por un lado, Elizabeth, una granjera británica, blanca, protestante, que cultiva la tierra y cuida de sus animales en una de las islas del Canal y tiene una hija que estudia en Londres; por otro, Ousmane, un guarda forestal de origen africano, musulmán, emigrado a Francia muchos años atrás, después de dejar a su familia (una esposa y un hijo a los que no ha vuelto a ver) en su país.

Como es previsible, los dos acabarán por juntarse y venciendo numerosas reticencias y prejuicios (por parte de Elizabeth que es presentada con ciertos rasgos que revelan la incomprensión que le produce el contacto con quienes son distintos a ella) unirán sus esfuerzos en la búsqueda de sus hijos que parece que se conocían y eran más que amigos. La evolución de la relación entre ambos es una hermosa lección de humanidad y comprensión que ofrece London river.

En los primeros compases de la película Elizabeth acude a un oficio religioso de su congregación donde el pastor comenta el pasaje de Mateo 5,43: “Habéis oído que se dijo ‘amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo, pero yo os digo…” No sospecha la cumplidora oyente que la realidad la va a obligar a confrontar sus convicciones y poner a prueba su ordenada vida. Unas llamadas telefónicas sin respuesta la conducen a Londres para encontrar a su hija de la que no sabe nada.

El caso de Ousmane no es presentado de manera tan precisa. De su vida cotidiana, entre el verdor de los bosques profundos, pasa llevando su pausado caminar a la vorágine de un Londres convulsionado. Siempre se nos presenta calmado, educado, portador de una sabiduría primigenia. Esto le hace obviar alguna impertinencia inicial de Elizabeth cuando descubre junto a ella que sus hijos habían superado cualquier prejuicio y convivían juntos.

Elizabeth y Ousmane terminan por aceptar que apenas conocían a sus hijos y finalmente se unen en su búsqueda, lo que provoca distintas situaciones que les va acercando.

London River es una película que nos habla de la necesidad de educar la mirada y superar los prejuicios que nos separan. Las interpretaciones de sus protagonistas, Brenda Blethyn (Elisabeth) y Sotigui Kouyaté (Ousmane) facilita que acompañemos su camino, sintonicemos con sus preocupaciones y finalmente aprendamos una provechosa lección.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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