La buena educación

En el verano pasado una campaña en los transportes públicos de Madrid suscitó un acalorado debate. Se proponía evitar el despatarre masculino, es decir, la postura en la que alguien se sienta completamente abierto de piernas en los espacios públicos. Tan molesta costumbre –combatida con poca fortuna- no es cuestión de machismo, sino de mala educación. De civismo. De modales.

Ahora bien, ¿qué son y para qué sirven las buenas formas? ¿Son solo formalismo y protocolo en el fondo hipócrita? ¿Qué es eso del saber estar? No son preguntas sencillas de responder.

Lo que cualquier manual del buen comportamiento busca en el fondo es no molestar y tratar al otro como nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Intenta que cada persona se sienta cómoda, respetada y segura en sus sentimientos, creencias o formas de vida. Es verdad que algunas normas quedaron ya obsoletas; otras valen en un país y no en otros; sin embargo, devolver el saludo, estornudar con moderación, no hablar a gritos, no devorar la comida o dejar salir antes de entrar son gestos universales que todo el mundo aprecia. Facilitan la convivencia. Porque de eso se trata. De coexistir, de adaptarse y no imponerse sobre los demás.

Pero, ¿hay algún recetario mínimo de la buena educación? No lo sé. Aquí solo podemos ofrecer algo así como un “Manual básico de buenos modales” con cinco pistas que nos pueden ayudar a interiorizar algunas rutinas elementales de buenos modales.

  • Da los buenos días.Tal vez sea la regla más básica del civismo, pero cada vez se practica menos. Tan metidos en nuestras preocupaciones y asuntos, nos olvidamos muchas veces de saludar al vecino.
  • Habla con corrección.No grites, no uses expresiones soeces o palabrotas, no des cortes, no desprecies ni acuses a los otros… El lenguaje destructivo hiere y humilla. Solo produce los cardos del odio o resentimiento.
  • Presta atención a las necesidades y sentimientos de los demás. Aprende a escucharles con los ojos. Dedica tiempo a escuchar. Olvídate por un rato de lo que le debes responderles. Asiente con la cabeza a lo que te vayan diciendo…
  • Sonríe.Tal vez sea la manera más simple de comunicarse entre los seres humanos. Aunque no hablemos la misma lengua, todos entendemos una sonrisa. Vale menos que la factura de la luz, pero ilumina mucho más.
  • Sé detallista.Ten presentes esas pequeñas cosas que van construyendo un buen clima: Cede el asiento a una mujer embarazada o a un anciano, ofrece ayuda a quien va cargada con la compra; regala unas flores a quien sabemos que le encantan, llama por teléfono a un pariente lejano…

Juan Carlos Martos, cmf

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