El pasado 8 de marzo, miles de mujeres se manifestaron en diversas ciudades del mundo reivindicando igualdad de derechos con los hombres en diversos ámbitos de la vida social. Es antigua la reivindicación que las mujeres vienen peleando en favor de ese objetivo. Muchas películas se han acercado a esta realidad. Destaco Sufragistas, película británica que narra las vicisitudes de las mujeres que lucharon por conseguir el voto femenino en los comienzos del siglo XX.
La batalla de los sexos narra otro hecho que podemos inscribir en esta misma dirección: el esfuerzo de la tenista Billie Jean King, una de las grandes del tenis, por lograr igual salarial que los hombres en el acotado mundo del deporte. Paralelamente, asistimos también a su progresiva toma de conciencia de su identidad sexual, lo que diversifica el alcance de la película en más de una dirección.
El 20 de septiembre de 1973 Billie Jean King se enfrentó en un partido a Bobby Riggs, declarado machista, convencido de la superioridad de los hombres en la pista de tenis. Meses antes éste había logrado derrotar con autoridad a Margaret Court, ganadora de 24 torneos individuales del Grand Slam. Aunque su primera opción fue enfrentarse a Billie Jean King, ésta rehusó al considerar que todo era una payasada de Briggs. Tras la derrota de Margaret Court, finalmente aceptó jugar contra él y derrotarle en tres sets. Este hecho supuso un paso adelante en la promoción igualitaria del tenis femenino, aunque los años transcurridos desde entonces no han logrado la igualdad salarial total.
Los realizadores de La batalla de los sexos, que hace unos años dirigieron Pequeña Miss Sunshine, con la que sorprendieron por su estilo irónico y a contracorriente, se han situado en este caso en una postura más convencional, evitando profundizar demasiado en las situaciones planteadas, a pesar de tratarse de tema controvertido y de mucha actualidad. El enfrentamiento de la protagonista con el presidente de la Federación Americana de Tenis se mueve en registros nada arriesgados, incidiendo más en el personaje de Riggs y sus brotes de comicidad, bien interpretados por el actor y humorista Steve Carel. Así la lucha profesional y personal de Billie Jean King (a la que Emma Stone interpreta muy bien) queda casi en un segundo plano, o al menos no suficientemente subrayada. Unos rótulos finales nos informan de la evolución personal de los protagonistas, cosa que puede consultarse en las hemerotecas.
Antonio Venceslá, cmf