XIV Domingo del Tiempo Ordinario (Mt 11, 25-30)
Podemos ver dos partes bien distintas en el Evangelio de hoy. Por un lado, una intima plegaria del Hijo hacia el Padre, donde Jesús, le muestra su agradecimiento por habernos hecho hijos suyos y, como en el Magníficat, apostar por la humildad y repudiar la soberbia.
Y por otro lado, el ofrecimiento de Jesús a acudir a Él, para que su pasión nos conforte, invitándonos a descansar el Él. Como dice la canción: “…dejad que os cure las heridas que el trabajo por el Reino os ha causado…”. En nuestras familias necesitamos ambas cosas: vivir desde una continua actitud de sencillez unos para con otros pues lo contrario -la soberbia, la prepotencia…- mina poco a poco la relación; y encontrar momentos de “descanso” en Dios, que sabe de nuestros desgastes, nuestras heridas, nuestros roces… y sabe mejor que nadie confortarnos.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Organizar una tarde una actividad de puro descanso para todos los miembros de la familia (un paseo, un rato de lectura compartida…)
Alicia del Pozo y Francisco Bonachera
