Como todos los días,
he bajado a la calle
con ese tedio habituado
a mis pisadas.
Si me quedo en la casa
y en el sofá reposo el laberinto
de mis sueños recientes,
¡qué embriaguez de cuadros aburridos
tapando huecos,
en paredes anónimas!
¡Y, necio de mí! ¿aún sentado…?
Pero, no, he bajado a la calle.
Lo he dicho más arriba.
Y el tiempo es un pañuelo enrojecido
de todas las vergüenzas.
Pero la calle,
la que pisamos cada día
está asfaltada
de anónimas voces,
de ademanes insólitos y besos desojados.
Camino entre las sombras
Que ayer eran las mismas
Pero más alargadas,
el laberinto de los ojos fríos.
Juegan aún los niños en el parque.
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Jorge Salvador)