El famoso psicólogo alemán, Erich Fromm, escribió hace ya más de 60 años un ensayo (“El arte de amar”) que se ha hecho famosísimo y que sigue siendo actual. De sus páginas extraigo esta frase luminosa que nos sirve de meditación: “Cada acto de amor, de atención o de compasión es una resurrección. Cada acto de avidez y de egoísmo es una muerte”.
El egoísmo es un ataúd. Quien se recluye en él, acaba en la muerte. Es sumamente persuasivo, porque nos convence de que todo lo que un ser humano puede dar a otros,… acaba perdiéndolo. Nos recomienda continuamente retener y acaparar. Trata de anular todos los pensamientos y reacciones que nos lleven en otra dirección.
Pero la lógica del corazón va por otros derroteros. Sigue el itinerario de todo organismo vivo que crece: cuando damos, no nos quedamos sin nada, sino que hacemos que aumente la fuerza de crear. Cada acto de amor no es, pues, una privación que amputa y desangra, sino una resurrección, como el árbol podado, que vuelve a crecer con mayor vigor.
Hay un tema que aparece, casi obsesivamente, en muchas conversaciones y nos preocupa a casi todos: la dificultad para encontrar verdaderos amigos. La amistad, además de importante y maravillosa, es difícil, rara y delicada: Difícil porque no es una moneda que se encuentra por la calle; hay que buscarla tan apasionadamente como un tesoro. Rara porque no abunda: se pueden tener muchos compañeros, nunca pueden ser muchos los amigos. Y delicada porque precisa de especiales cuidados para nacer y minuciosas atenciones para que crezca y nunca se degrade.
¿Cómo conseguirla? En el fondo consiste en algo tan elemental –y difícil- de pasar del sepulcro del egoísmo a la alegría del amor. Amar consiste en atreverse a conjugar estos seis verbos: darse, respetarse, aceptarse, perdonarse comunicarse y recrearse (introducir también la imaginación positiva). Y del amor nace el amor, que siempre es como el eco, o como la onda expansiva que se amplía cada vez más: da cuanto recibe. Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor.
Juan Carlos Martos, cmf