Y si de pronto Dios se hace presente

Y si de pronto sientes que la muerte

no es más que la penúltima pregunta

y  te acaricia,

celosa de la noche y sus enjambres.

 

Y si de pronto lloras en silencio

sin conocer el nombre de tus lágrimas

y mansamente

enjugas el pañuelo de tu fe.

 

Y si de pronto escuchas otras voces

por la secreta escala de tus venas

y te resistes

a  jugar otra vez con la palabra.

 

Y si de pronto brotan las preguntas

huérfanas ya del tedio de los días

y  se derrumban

en la estancia vacía de tus manos.

 

Y si de pronto el árbol se hace río

y el río una palmera luminosa

y, selva o duna,

te adentras en la senda de los besos.

 

Y si de pronto suena leve el viento

y no sabes qué hacer con las palabras

y  el eco mismo apacienta las voces en la sombra.

 

Y si de pronto Dios se hace presente

en la tiniebla honda de tu sangre

y, lumbre o rayo,

conquista palmo a palmo tus raíces.

 

Y si de pronto el aire ya no es aire

y el viento una quimera profanada

y puntos suspensivos

para soñar después

un modo suficiente y la manera

de llegar hasta ti casi rozando

el velo trasparente de tus ojos:

 

¿estaremos de nuevo en el principio

o sonarán después las campanadas

de un resplandor cercano

en la vigilia de los ojos nuestros?

 

Blas Márquez Bernal, cmf

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