Y no nos duele…

En lo que va de año, más de 1.071 inmigrantes han fallecido en el Mediterráneo, la mayoría en el Canal de Sicilia. De ellas, 269 personas en la ruta hacia España.

El Mediterráneo vuelve a convertirse en un mar de muerte para las personas que tratan de llegar a Europa tras zarpar desde el norte de África.

El último naufragio frente a las costas de la isla italiana de Lampedusa dejó al menos 13 personas fallecidas -todas ellas mujeres-, 15 desaparecidos -entre los que hay ocho niños-, y 22 supervivientes. La tragedia se habría producido porque la pequeña embarcación en la que viajaban volcó al desestabilizarse cuando los migrantes se colocaron todos a un lado al ver que se acercaba una patrullera de la Guardia Costera italiana. Las malas condiciones meteorológicas que se registraban en la zona a aquella hora contribuyeron al hundimiento de la embarcación, cuyos pasajeros eran, en su mayoría, tunecinos o provenientes de países del África subsahariana.

Flavio Di Giacomo, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), destacó que este naufragio “vuelve a demostrar, una vez más, la necesidad de reforzar la presencia de los barcos de rescate, especialmente cuando las condiciones del tiempo empeoran.”

Dos naufragios azotan las costas españolas estas últimas semanas, uno próximo a las costas del Levante español, donde una balsa de plástico que partió desde las costas argelinas en dirección a Alicante volcó a unos 40 kilómetros aproximadamente, de tocar tierra, según ha informado Salvamento Marítimo. En ella viajaban 10 personas, todas ellas de origen argelino, según han podido relatar los únicos tres supervivientes a la Guardia Civil en el momento del rescate. Siete migrantes permanecen desaparecidos, de acuerdo con su testimonio. Y un segundo naufragio, a 40 kilómetros de Motril, embarcación que salió desde la costa de Marruecos y en el que murió un niño de seis años.

No podemos ser insensibles e indiferentes al dolor y al sufrimiento de tantos millones de personas que viven en una auténtica emergencia humanitaria.

Y es por ello, que seguimos denunciando hasta que la violencia, los muertos y la impunidad en el mar y en las fronteras, se siga manteniendo en nombre de la lucha contra la inmigración irregular y la protección de la fortaleza-Europa.

No es justo el no reconocimiento de la dignidad humana con la que las políticas actuales tratan a personas, familias, niños y niñas que buscan, solamente, protección, cumplimiento de sus derechos y la oportunidad de buscar una vida mejor.

José Antonio Benítez Pineda, cmf

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