Tiene el aire un aroma de cenizas
y un pulso extraño
el color de esta tarde.
La palabra enmudece y opaca los acentos.
Se adelantan las sombras
confundiendo las sendas
y un murmullo de voces desalienta la tarde.
Un paisaje disecado
sobre la piel del miedo desorienta mis ojos.
Ni miradas ni tactos.
Ni manos enlazadas ni pájaros sedientos.
Un azul desteñido y violeta
enjuga las últimas lágrimas.
Con la interrogación acostumbrada,
dejo pasar el tiempo
como una gaviota sin océano.
La vida, los encajes de la duda
y otra vez, como siempre, la nostalgia.
Nada es igual pero parece
que esta tarde ya tiene calendario
en las hojas azules de tus manos.
Vuelvo al mar sin la barca y sin los remos.
Solo la desnudez de mi palabra
y una brisa amarilla entre los ojos.
Blas Márquez, cmf