Volver a Galilea
Y hacer de nuevo la andadura,
Desnudo el corazón
Y en pie todos los sueños.
El eco de su Voz deslumbra el aire
Y cabalga de ola en ola
Hasta esta orilla donde hiere el viento.
Volver a Galilea,
Dejar atrás Jerusalén y el Templo
Donde el rostro de Dios es una efigie
Sobre un trono de lutos y de vidrios.
Con las manos atadas a la Ley
Que encadena los sueños
En la ofrenda del oro y los lamentos.
Volver a Galilea
Y renovar de nuevo la Alianza
Prostituida en los divanes
Del poder y los ritos de la sangre,
Entre incienso y plegarias en cadena
En un cielo sin rumbo.
Volver a Galilea
Y ponerse en camino confiados
En el Abbá de Jesús y su Proyecto,
En la fuerza escondida de su Espíritu
Que resucita la esperanza
Y desata los miedos más ocultos.
La senda está trazada y recorrida
Por los pies incansables
Del Nazareno Solidario.
Volver a Galilea
Y poner en las tablas de la ley
Punto final.
Solo el amor como bandera,
La cruz de cada día,
La del pueblo y las nuestras.
Y la pobreza
Para ser libres de ataduras
Que ahogan nuestra voz y la Palabra.
Volver a Galilea
Y sentarnos de nuevo
A la mesa redonda de los pobres
A compartir el pan y celebrar la vida,
Con la Buena Noticia en nuestros labios
Como el mayor tesoro.
Y nada más, que ya es bastante
Si de verdad creemos.
Blas Márquez, cmf