VOCES QUE NUNCA SUPIERON DE REGRESOS

A mis amigos muertos por el Covid 19

En esta tarde de lluvia,

la luz duerme entre los árboles robustos

esparcidos de neblina,

que declinan en mi ventana

el tapiz de un sueño permitido.

 

Los pájaros aletean libres,

y el silencio del viento

trae la guerra de los verbos sumergidos

en la garganta de los amigos

ordenados en la memoria de la casa.

 

Voces extrañas llegan con la lluvia

como huéspedes sin vísperas,

hospedando las tristezas

mohecidas en mi piel,

de aquellos seres que murieron sin aliento

junto al muro de la fatiga.

 

Voces que sienten que ayer palpitaron

el lenguaje de los abetos pronunciados

en la naturaleza ocre de la esperanza

y en mi corazón desierto y fatigado.

 

Voces sin lenguas ni respiros,

sin gestos balbucientes

ni huellas dactilares.

Sin naipes ni ecuaciones,

sin campos santos

ni avatares.

 

Voces que nunca supieron de regresos,

de genealogías y retratos familiares.

Voces amordazadas

entre las máscaras rutinarias

del virus que nos invita a la muerte.

 

Sólo ellas relatan mascarillas

y sombras deshabitadas…

Vidrios, médicos, sedantes,

horas y lágrimas sosegadas,

bailando en el abismo

donde un frío filo cercena

el último aliento de nuestras miradas.

 

Nunca supieron de sus amigos y familiares

ni cuándo miraron su rostro la última vez.

¿Cuándo miraron la última estrella?

¿Cuándo bebieron el último coctel?

Nunca lo supieron…

 

Sólo sé que llegan a mi casa

mientras la lluvia cicatriza

mis lágrimas derramadas en las mejillas,

mirando a Dios en esta tarde tempestiva

de voces amordazadas

junto al cristal de los recuerdos.

 

Ramón Uzcátegui, sc

(FOTO: Noah)

 

VOZES QUE NUNCA SOUBERAM VOLTAR em portugués

 

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