Vigésima séptima «gota»: La gallina que cacarea

Gloria Fuertes, la poetisa de los niños, tenía un verso que decía: “El perro ladra, el gato maulla…”, a lo que le podríamos añadir “y la gallina cacarea”. La imagen de la gallina cacareando también se le quedó grabada a San Antonio Mª Claret para iluminar su inclinación al orgullo y a la vanidad. Dice él: “¡Bendito seáis, Dios mío, que tanto cuidado habéis tenido de mí! ¡Ay cuántas veces habría perdido el fruto de mis trabajos si Vos no me hubieseis guardado! Yo, Señor, habría hecho como la gallina, que, después que ha puesto el huevo, cacarea, y van y se lo quitan y se queda sin él, y, aunque en un año ponga muchos, no tiene ninguno, porque ha cacareado y se los han llevado. ¡Ay Dios mío! Si Vos no me hubieseis impuesto silencio, con las ganas que a veces sentía de hablar de los sermones, etc. habría cacareado como las gallinas, y habría perdido todo el fruto y habría merecido castigo, porque Vos habéis dicho, Señor: Gloriam meam alteri non dabo; y yo con el hablar la habría dado al demonio de la vanidad…” (Aut. 354).

Muestra de una manera muy clara qué es la vanidad. Se trata del alto concepto que alguien tiene en sus propios méritos y el afán excesivo de ser admirado y considerado por ellos. De alguna u otra manera todos, como Claret, somos tentados por la vanidad, queremos que nuestra imagen se engrose por las obras que hacemos. ¡Qué pena!, pues es una forma de querer acumular como aquel de la parábola del evangelio que no tenía donde almacenar la cosecha (cf. Lc 12,13-21). ¿Para qué sirve? Para nada y además es una idolatría del ego. Vamos pasando por este mundo queriendo “dejar huella”, cuando lo importante es que Dios deje “huella” en nosotros. Dios no nos va a examinar por lo que hemos hecho, si en este “hacer” hemos querido engordar nuestra imagen, sino por cómo hemos sido y estado al lado de nuestros hermanos.

Cristo nos enseña a vivir en una actitud de servicio (cf. Jn 13,12-15), pero la cuestión fundamental es desde dónde prestamos este servicio: ¿desde arriba para que crezca nuestra imagen o desde abajo en humildad y abajamiento como lo hizo nuestro Señor? Como dato curioso, recordemos que Jesús recrimina a Marta su servicio (cf. Lc 10,41), porque el servicio para un cristiano ha de estar fundamentado en la escucha de la Palabra de Dios y hacer Su voluntad (cf. Lc 10,39.42). Podemos hacer muchas cosas y buenísimas, pero ¿es lo que Dios quiere para mí y en este momento?

Nuestra inclinación es a “cacarear el huevo” que hemos puesto. ¡Mala señal si esto es así! Pero si nos damos cuenta y procuramos refrenar nuestros impulsos será la señal indicativa de que vamos poco a poco trabajándonos y dejándonos trabajar en humildad por el Señor.

Juan Antonio Lamarca, cmf.

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