Una Voz que me dice: Mt 28, 16-20

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

28 de Mayo de 2017: DOMINGO VII de PASCUA. ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Mt 28, 16-20

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

Ya casi al final del tiempo pascual, contemplamos hoy la escena conclusiva del evangelio de Mateo. El Resucitado reúne a sus discípulos en Galilea y los envía a la misión universal. Pero contrariamente a lo que cabría esperar, no se despide de ellos. Se trata de una visión de la Ascensión de Jesús algo diferente de la que encontramos en Lucas o en Marcos.

Esta escena es como una síntesis conclusiva en la que se recapitulan los temas más importantes del primer evangelio. Los primeros en aparecer en ella son los «once discípulos». Al llamarlos así, Mateo subraya la ausencia de Judas. Por otro lado, resulta chocante que no los designe como «apóstoles» -que significa «enviados»-, sobre todo si tenemos en cuenta que pronto van a recibir un mandato misionero de parte del Señor. De este modo el evangelista antepone su condición de «alumnos», presentando la misión cristiana como la tarea propia de discípulos que hacen otros discípulos y les enseñan lo que ellos mismos han aprendido de Jesús.

El escenario donde los Once se encuentran con el Maestro responde a una cita previa que Jesús les había cursado tanto antes de su muerte (Mt 26,32) como después de la resurrección (Mt 28,7.10). La razón es fácil de imaginar. Galilea es el lugar donde Jesús inició y llevó a cabo gran parte de su misión terrena (Mt 4,12-17). Y allí convocó a sus discípulos para que le ayudasen en la tarea de anunciar la Buena Noticia del Reino (Mt 4,18-22). Es como si al final del evangelio se les invitase a volver al principio, a fin de recomenzar una misión en parte ya ensayada y en parte totalmente nueva. Lejos de Judea, donde fue rechazado y asesinado por las autoridades del pueblo, Jesús reúne a los suyos en la «Galilea de los paganos», un trampolín perfecto para enviarlos a «todos los pueblos» y manifestar así la universalidad del Reino. Pero Jesús no los cita en un lugar cualquiera, sino en «el monte». La elección no es casual.

Mateo parece tener una especial predilección por los montes, pues en ellos se enmarcan algunas de las escenas más importantes de su evangelio. Mateo alude con esto al relato de la transfiguración (17,1-9) que también tuvo lugar en una montaña. Pero, asi mismo los lectores pueden pensar en el monte sobre el que Jesús hizo su primer gran discurso (5,1-8,1) , pues también para ello encuentran aquí un claro nexo, porque el Maestro les encarga a sus discípulos enseñar y guardar todo lo que él les ha enseñado (28,20a). Conviene recordar aquí aquel «monte alto» donde Jesús fue tentado por el diablo (Mt 4,8-10). Si entonces -en su vida terrena- renunció al poder universal que le ofrecía Satanás, ahora -tras la resurrección- lo recibe en plenitud de parte de Dios (v. 18), un acontecimiento que ya se presentía en el «monte de la transfiguración» (Mt 17,lss). En el fondo, se retoma aquí la tradición bíblica según la cual el monte es lugar privilegiado para las revelaciones de Dios, aunque ahora es el Resucitado quien se manifiesta apareciéndose a los suyos.

El encuentro (w. 16-18): Al ver a Jesús, los discípulos se postran. Este gesto de adoración implica el reconocimiento del Resucitado y se contrapone a la actitud vacilante que les había caracterizado hasta ahora. De hecho, son muchas las escenas evangélicas donde los apóstoles son calificados como «hombres de poca fe» (por ejemplo, Mt 14,24-34). La Pascua hace posible un reencuentro en el que se confirma la fe de quienes habían dudado hasta el punto de abandonar a Jesús durante la pasión (Mt 26,56). Pero no son reproches lo que se escucha en este momento. Al contrario, Jesús se acerca a los discípulos como en la transfiguración (Mt 17,7) y hace una declaración solemne que prepara lo que vendrá después. Él es el Señor resucitado a quien se le ha entregado plena autoridad sobre cielo y tierra. Por eso puede poner en marcha una misión universal: (vv. 19-20a) El encargo que Jesús encomienda a los suyos consiste en “hacer discípulos, desglosando este mandato en dos aspectos señalados por este orden: «bautizar» y «enseñar». El bautismo sella la íntima vinculación de los discípulos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La enseñanza no se agota en la catequesis prebautismal, sino que es una actividad permanente en una Iglesia de discípulos que no pueden dejar de escuchar y poner en práctica la Palabra de Jesús, el único Maestro (Mt 7,21-22). Además, los discípulos son enviados «a todos los pueblos», y no sólo a Israel (como en Mt 10,5-6). Jesús quiere que su Iglesia sea misionera y viva siempre «en camino», abierta al futuro y a la universalidad.

La última aparición del Resucitado narrada por Mateo se diferencia bastante de la que encontramos en otros evangelios. Jesús no se despide de sus discípulos, ni se dice expresamente que suba al cielo. En vez de prometerles el Espíritu Santo para que les guíe, les promete (v. 20b): quedarse con ellos «todos los días», siendo fiel «hasta el final de este mundo» a su nombre de «Emmanuel» (Mt 1,23). Se acredita así como el «Dios-con-noso-tros», constantemente presente en la comunidad de los discípulos (Mt 18,20), dispuesto a acompañar a la Iglesia en su misión universal. Si él está siempre con nosotros, ya no tenemos excusa para no hacer la voluntad de Dios.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Celebrar la Ascensión del Señor es motivo de esperanza, pero también implica una llamada a ser sus testigos en medio del mundo. Ayer como hoy, él sigue enviándonos a «todos los pueblos» con la fuerza de su Palabra y la promesa de estar siempre con nosotros.

“Dios me ha dado autoridad plena sobre cielo y tierra”: ¿De qué modo enriquece este relato tu vida de fe y tu compresión del miesteri de la Ascensión?

Hoy la Iglesia celebra que Jesús Resucitado subió al Padre y Dios “lo sentó a su derecha en el cielo” (cf. Ef 1,17-23). Pídele a Dios Padre que ilumine los ojos de tu corazón para que comprendas cuál es la esperanza a la que nos llama y cuál es nuestra herencia: caminar hacia el Padre y ser recibidos en el abrazo de la Trinidad Santísima.

«Al verlo, lo adoraron; ellos, que habían dudado»: ¿Te sientes reflejado en estas actitudes de los discípulos cuando piensas en tu relación con Jesús?

“Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo»: ¿Qué sentimientos y actitudes de esperanza despierta en ti esta promesa de Jesús? ¿Cómo la experimentas en tu vida cotidiana?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

El Señor no nos ha dejado solos. Sigue en medio de nosotros. Por eso sabemos que escucha nuestra oración. Oramos espontáneamente y compartiendo NUESTRA ORACIÓN. Podemos servirnos también de esta conocida canción:

Sois la semilla que ha de crecer/ Sois estrella que ha de brillar/ Sois levadura, sois grano de sal/ Antorcha que ha de alumbrar/ Sois la mañana que vuelve a nacer/ Sois espiga que empieza a granar/ Sois aguijón y caricia a la vez/ Testigos que voy a envíar/

Id amigos por el mundo, anunciando el amor/ Mensajeros de la vida, de la paz y el perdón/ Sed amigos los testigos de mi resurrección/ Id llevando mi presencia, con vosotros estoy/

Sois una llama que ha de encender/ Resplandores de fe y caridad/ Sois los pastores que han de guiar/ Al mundo por sendas de paz/ Sois los amigos que quise escoger/ Sois palabra que intento gritar/ Sois reino nuevo que empieza a/ engendrar justicia, amor y verdad.

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

«Poneos en camino, haced discípulos a todos los pueblos»: ¿cómo te compromete la fiesta de la Ascensión a vivir tu compromiso cristiano?

“Enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado»: ¿De qué manera tratas de vivir este último encargo de Jesús en la familia, en la vida profesional, en tu comunidad cristiana…? ¿Te empeñas conscientemente en vivir el evangelio con autenticidad y radicalidad? ¿Lees y oras con el evangelio todos los días? ¿Lo conoces lo suficiente?

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