Una Voz que me dice… Mt 25, 14-30

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

19 de Noviembre de 2017: XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Mt 25, 14-30

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

Esta parábola se sitúa en el mismo contexto que la del domingo pasado y presenta un esquema muy similar. También aquí se comparan dos actitudes contrapuestas, y uno de los personajes -el amo- se demora y retorna «después de mucho tiempo» (v. 19), dejando así en evidencia lo acertado o no del comportamiento de los otros. Con ella insiste Mateo en el mismo mensaje que recorre esta parte de su evangelio. El Señor tarda en volver, pero su regreso es tan seguro como imprevisible. De ahí esta nueva llamada a la responsabilidad personal frente a la parusía.

Las sumas entregadas y las ganancias obtenidas son muy considerables, ya que un talento equivalía al sueldo de 6.000 jornadas de trabajo. Más allá de eso, lo que se destaca aquí es la productividad de los dos primeros siervos. El tercero, en cambio, trata de conservar a buen recaudo un depósito que considera cerrado. Actúa legalmente y con aparente honestidad, pero entiende la misión encomendada de un modo muy diferente a sus dos compañeros.

Con el regreso del patrón llega el momento de rendir cuentas. Los dos primeros criados son igualmente elogiados. La lealtad con la que se hicieron cargo de «lo poco» es premiada al ponerles al frente «de mucho» y encomendarles responsabilidades aún mayores. Pero el relato concede un gran espacio a la censura que merece el tercer criado. Se diría que toda la narración está orientada a destacar ese momento. Esto pone de manifiesto que el acento de la parábola reside en el ajuste de cuentas con el siervo malo y perezoso.

Las palabras con las que el tercer criado justifica su proceder resultan insolentes en boca de un subordinado. Por un lado, acusa a su patrón de «duro» y lo explica con unas imágenes que parecen denunciar su avaricia y sus abusos financieros. Por otro, confiesa que ha sido el temor que le inspira esta manera de ser lo que le ha llevado a conservar intacto el dinero recibido. Pero el señor desenmascara su argumentación y le hace ver que, si ésa es la imagen que tiene de él, habría debido actuar en consecuencia. Al menos podría haber ingresado el dinero en un banco para que produjera intereses. Su pasividad es totalmente descalificada y a él mismo se le tacha de «perezoso», aunque sería más exacto traducir «timorato» o «indeciso». Por miedo a actuar mal, ni siquiera ha actuado. No ha querido correr riesgos, v así ha demostrado ser «inútil» para la tarea encomendada (v. 30). La sentencia final (v. 29) resulta chocante si la entendemos literalmente, pero ésta y otras expresiones nos indican que la parábola tiene un sentido metafórico.

Mateo tiende a «alegorizar» las parábolas atribuyendo a cada elemento un simbolismo en función del mensaje que quiere inculcar a su comunidad. El amo de la historia, al que los criados llaman «señor», es Cristo, que se ha ausentado después de su resurrección y volverá al final de los tiempos. Los «talentos» significan los «carismas» y tareas que él distribuye para que cada cual «trabaje» en la obra del Reino (Mt 9,37-38). La palabra «siervo» se refiere aquí a los creyentes. El rendimiento de cuentas evoca el juicio final, en el que cada cual será evaluado «según su capacidad». Lo que se exige es siempre «poco» en comparación con lo «mucho» que se recibe. El diverso comportamiento de los criados habla de las diferentes maneras de enfocar la existencia cristiana. La eficacia de los dos primeros responde a la actitud de quienes se toman en serio la voluntad del Padre y se hacen cargo de sus «intereses». En cambio, los que viven con «miedo» al juicio «entierran» sus propias posibilidades. Su actitud defensiva ante un Dios al que ven como «duro» bloquea su respuesta. Conservan, pero no «ganan». La invitación a «entrar en el gozo» del «Señor» es una alusión bastante directa a la participación en el Reino que aguarda como recompensa a los que son «fieles». El castigo de los «malvados», en cambio, es descrito con expresiones sombrías. Es importante que aprovechemos el tiempo que nos queda.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Muchos talentos pero, por varias razones, a veces me da miedo actuar para hacerlos fructificar. Me parezco al siervo que cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor (v.18). Sin embargo, a lo largo de mi vida, el Señor me ha dado no sólo talentos, sino también personas que me inspiran a usar, a compartir, a hacer fructificar mis talentos.

Unicamente si aceptamos que el amo de esta historia es Cristo entenderemos a qué tipo de juicio nos veremos sometidos. Sólo así caeremos en la cuenta de que él no exige sin antes dar con abundancia. Sólo así alejaremos el miedo y viviremos el presente con el deseo de responder a la confianza que el Señor ha depositado en nosotros.

“Sucede también con el Reino de los Cielos…”: “Leyendo esta parábola a la luz de la fe en Jesús, ¿Qué aspectos de su ser y de su actuar se ponen de relieve?

Sé que eres hombre duro…” ¿En que sentido refleja esta historia tu imagen de Jesús como “señor” y “juez”?

“Entra en el gozo de tu señor”: ¿De qué manera aviva tus esperanzas la lectura de esta parábola de Jesús? ¿Con qué actitud te invita a esperar la llegada del Reino?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

El Señor nos impulsa a aprovechar cada día como una ocasión de encargarnos de «lo suyo». Seamos animosos y fieles en la tarea del Reino. Alejemos el temor que nos paraliza. Pidámoslo en este momento de oración.

Compartimos nuestra ORACIÓN

Recitamos juntos el SALMO responsorial de hoy.

«Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos. Comerás del trabajo de tus manos, esto será tu fortuna y tu dicha. Tu esposa será como vid fecunda en medio de tu casa, tus hijos serán como olivos nuevos alrededor de tu mesa. Así será bendito el hombre que teme al Señor.¡Que el Señor te bendiga desde Sión: puedas ver la dicha de Jerusalén durante todos los días de tu vida! ¡Que veas a los hijos de tus hijos y en Israel, la paz! «

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

…Y les encomendó su hacienda…” : ¿Qué aspecto de la parábola de los talentos te resulta más interpelante?

…Fue a negociar enseguida con ellos”: ¿En qué deberiamos ser más “productivos” los cristianos? ¿qué miedos nos impiden multiplicar los talentos que hemos recibido?

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