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«Una voz que me dice…»
(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)
PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO
3 de Junio de 2018: IX Domingo Tiempo Ordinario – Corpus Christi
Disposición espiritual.
Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.
Texto: Mc 14, 12-16. 22-26
1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice
Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.
La eucaristía es el memorial de la cena del Señor. Por eso no es extraño que en esta festividad del Corpus Christi la Iglesia quiera recordar, a través de la narración del evangelista Marcos, lo que Jesús hizo y dijo en aquella ocasión memorable.
El relato que hemos leído presenta dos escenas bien definidas. En la primera se habla de los preparativos de la Cena (Mc 14,12-16) y en la segunda de lo que sucedió durante la misma (Mc 14,22-26). Los preparativos, relacionados con la celebración judía de la Pascua, ocupan un lugar desproporcionadamente amplio en la narración y Marcos parece recrearse en los detalles.
A primera vista se diría que son los discípulos los que se interesan por el tema y por eso le preguntan a Jesús. Pero una lectura más atenta revela que el Maestro se les ha adelantado y parece tenerlo todo previsto: una casa Jerusalén donde ellos son forasteros, una sala ya dispuesta en el piso superior de la misma y hasta una persona que les servirá de contacto con su dueño. De hecho los discípulos se limitan a cumplir estrictamente sus instrucciones al final se encuentran todo «tal y como Jesús les había dicho». Les queda, en todo caso, ultimar los detalles. Lo que Marcos pretende de este modo es presentarnos a Jesús como aquel que prevé los acontecimientos. No son ellos los que le dominan sino que es él quien, al preparar la cena, se está preparando también para su propia muerte. El resto del relato confirmará esta impresión.
Si pasamos ahora a la segunda parte, comprobaremos que la institución de la eucaristía se desarrolla en un contexto lleno de tensión que hace intuir ya próximo el horizonte de la pasión. En efecto, Marcos lo sitúa muy significativamente entre tres anuncios proféticos: el de la traición de Judas (Mc 14,17-21), el del abandono de todos los discípulos (Mc 14,27-28) y el de la negación de Pedro (Mc 14,29-31), si bien el fragmento litúrgico que hemos leído no los incluye. Pero el dramatismo de esta escena, que aparentemente se desarrolla en la tranquila intimidad de una cena de amigos, se revela sobre todo en los gestos que realiza Jesús.
Jesús, que tantas veces había hecho de las comidas escenario privilegiado de sus enseñanzas, aprovecha una cena de despedida con sus amigos para impartir su última lección de vida. Para ello utiliza algunos elementostípicos de la cena pascual -pan y vino-, aunque modifica profundamente los gestos y las palabras previstos para ellos en la tradición israelita. Identificando el pan partido con su cuerpo y la copa de vino compartida con su sangre, Jesús está resumiendo el sentido de su vida y anticipando el significado de su muerte como entrega y donación sin límite de toda su persona. De este modo, el ritual de la vieja Pascua judía, centrada en el cordero sacrificado en el templo, se transforma en celebración de la nueva alianza entre Dios y los hombres sellada con la sangre que Cristo derramó por todos.
2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice
Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.
Las tradicionales celebraciones del Corpus tienen el peligro de convertirse en pomposas manifestaciones de devoción popular que pueden hacer olvidar el sentido más genuino y primigenio de la eucaristía. Para no perder la memoria, lo mejor es volver al evangelio y releer los relatos de la última cena. De este modo, cuando al final de la consagración el sacerdote nos diga: «haced esto en conmemoración mía», entenderemos que no basta repetir materialmente los gestos y las palabras de Jesús. Más aún, nos sentiremos invitados a identificarnos con las actitudes de fondo que le llevaron a entregar su vida por todos. Si no, la «comunión» con él no será expresion de «alianza», es decir, de un modo nuevo de entender las relaciones con Dios y con los demás, sino un rito vacío de contenido.
Por lo que se refiere a la FE: A través de los signos sacramentales del pan y del vino Jesús se expresa a sí mismo. ¿Qué rasgos de su persona te impactan más al contemplarle durante la última cena con sus discípulos? La celebración de la eucaristía es un rito de «alianza” y los que participan de él se comprometen a estrechar su comunión con el Señor. ¿De qué manera te ayuda a “comulgar» con Jesús la celebración de la eucaristía?
En alusión a la ESPERANZA: El dramatismo de la última cena no ahoga la esperanza. Al pasar el cáliz a sus discípulos, Jesús les habla de su muerte, pero también del día en el que podrá beber el vino nuevo en el Reino de Dios. ¿En qué sentido la celebración consciente y coherente de la eucaristía debería hacernos vivir con esperanza también a nosotros?
3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.
Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El
La eucaristía es fuente y culmen de toda oración. Y nuestra plegaria al final de este encuentro no quiere desvincularse de ella, que es la celebración de la fe por excelencia
Compartimos nuestra ORACIÓN según el pasaje haya resonado en cada uno de nosotros.
Cantamos un canto eucarístico conocido por todos. “CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES”
Cantemos al amor de los amores,
cantemos al Señor, Dios está aquí,
venid, adoradores, adoremos
a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo Jesús,
cielos y Tierra
bendecid al Señor,
honor y gloria a ti,
Rey de la Gloria.
Amor por siempre a tí,
Dios del Amor.
4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra
Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).
En relación con la CARIDAD: Un pan que se parte y una copa de vino que se derrama. Una persona entregada, una vida para los demás. Ése es Jesús. Y a ti, ¿cómo te interpelan estos gestos? ¿En qué sentido te sientes llamado a identificarte con ellos en el dia a día?
La eucaristía podría convertirse para nosotros en un acto de culto que poco o nada tiene que ver con nuestra vida cotidiana. ¿Qué significa para ti llevar una vida «eucarística» que sea prolongación y expresión de lo que celebramos?