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«Una voz que me dice…»
(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)
PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO
25 de Marzo de 2018: DOMINGO DE RAMOS
Disposición espiritual.
Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.
Texto: Mc 14, 1 – 15, 47
1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice
Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.
La entrada en Jerusalén, en medio de la aclamación de muchos de sus habitantes, va a constituir el inicio dela Semana Santa. Muchos de esos que hoy lo saludan como Hijo de David, dentro de poco van a pedir que sea crucificado. Y es que la figura de Jesús resulta paradójica: un Mesías montado en un borriquillo.
Jesús acude a Jerusalén para celebrar la Pascua judía. Era una fiesta anual que recordaba la liberación de Egipto y en la que se congregaban miles de peregrinos israelítas llegados de todo el país y de otros lugares (diáspora). Con cierta frecuencia se originaban tumultos porque era una celebración que encendía las esperanzas mesiánicas del pueblo. En este clima Jesús realiza una serie de gestos y acciones simbólicas, muy parecidos a los que solían hacer los profetas del Antiguo Testamento: la entrada en Jerusalén, la maldición de la higuera y la purificación del Templo. A través de ellos se presenta como Mesías, y pone de manifiesto la purificación y la conversión que necesita Israel. La reacción de las autoridades judías no se hace esperar y por eso el capítulo 11 se cierra con una discusión entre Jesús y los dirigentes del judaismo.
Leyendo el relato que vamos a meditar hoy se observará en seguida que los preparativos de la entrada ocupan mucho espacio. Marcos alude así a distintos pasajes del Antiguo Testamento, dando a entender que en Jesús se están cumpliendo las promesas de Dios.
Normalmente, los personajes ilustres entraban en la ciudad en carruajes o en monturas nobles, pero no en un borriquillo prestado. Marcos se detiene en explicarnos ese detalle, que hace referencia a un pasaje del Antiguo Testamento en que el Mesías enviado por Dios entraba en Jerusalén montado en un borriquillo (Zac 9,9-10). Teniendo cuenta que en aquel tiempo el caballo era un animal que simbolizaba la guerra, pues era muy útil para los ejércitos.
En la segunda escena se describe la entrada. La gente grita «hosanna» (que significa «ayúdanos» o «sálvanos») aclama a Jesús como Hijo de David, que en aquella época era un título de honor. Muchos esperaban que Dios enviaría a un descendiente de David, el Mesías, para librarlos de la opresión a la que estaban sometidos. Jesús deja que le llamen así, pero al hacer su entrada en Jerusalén de una forma sencilla les está diciendo que él entiende su misió mesiánica de otra manera.
La gente aclama a Jesús. Lo ve como aquel que trae «el reino de nuestro padre David» y no el Reinado de Dios. Aclama a Jesús como el triunfador mesiánico. Por su parte los discípulos están confundidos. Hacen caso de las indicaciones del Maestro sobre los preparativos, pero no los entienden, porque colocan sus mantos sobre el asno para que Jesús suba a modo de rey. Siguen sin comprender su misión. Sin embargo, el protagonista absoluto de este pasaje es Jesús. Entró en Jerusalén y quiere entrar en nuestras propias vidas, en nuestras ciudades y pueblos. Preguntémonos cómo le vamos a acoger durante esta Semana Santa, cuáles son las actitudes que, como nuestros mejores mantos, queremos colocar a su paso.
2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice
Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.
El Evangelio nos ha hecho ser testigos de una situación paradójica la de un Mesías muy alejado de lo que se esperaba de él. Así es Jesús y así es el Dios de Jesús. El evangelio de este domingo puede ayudarnos a reflexionar y profundizar sobre las ideas que tenemos de Dios y de Jesús y sobre cómo somos sus discípulos.
– Israel esperaba un Mesías guerrero y poderoso y se presentó Jesús, el ungido, montado sobre un borriquillo.¿Cuál es la imagen de Dios y de su Enviado que manifiesta el texto leido? ¿Cómo nos ayuda a profundizar en la persona de Jesús?
– La gente de la época de Jesús esperaba un Mesías todopoderoso que instaurara su reinado, liberase a Israel y lo colocara a la cabeza de las naciones. Y yo, ¿espero un Mesías que nos dé poder y fama? ¿Cómo es el Reinado de Dios que aguardo?
3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.
Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El
No es fácil seguir a un Mesías pacífico, humilde y débil cuando vivimos en una sociedad que promueve valores muy diferentes. por eso, elevemos nuestra voz al padre cuya fuerza y poder reside en el amor que nos tiene. que nos configure a imagen de su hijo.
ORACIÓN compartida con los demas miembros del grupo.
RECITAMOS juntos el himno de Flp 2,6-11.
En este himno el apóstol Pablo exhorta a los filipenses a que se comporten de manera humilde, invocando el ejemplo de Cristo Jesús. Hoy, domingo de Ramos, podemos hacer nuestra esa exhortación.
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra
Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).
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¿Qué me enseña este pasaje de hoy respecto a mi actitud de comportamiento con respecto a los demás? La entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un borriquillo habla de un mesías pacífico y humilde. ¿La paz y la humildad son valores importantes en mi vida? ¿Cómo puedo favorecerlos en mi ambiente?
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Jesús entra en Jerusalén realizando un gesto profético. ¿Qué gesto profético podemos hacer como grupo durante esta Semana Santa? ¿Cómo contar a otros con claridad y hondura lo que nos ha dicho el evangelio de hoy?