Una Voz que me dice… Mc 10, 2-16

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

07 de Octubre de 2018: XXVII Domingo Tiempo Ordinario

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior.¡Es el Señor quien nos visita con su Palabra, para tratar amorosamente con nosotros, como un Padre con sus hijos! ¡También nos habla, mediante la palabra de los hermanos, para sentirnos Iglesia! Invoca al Espíritu Santo con toda sinceridad, con la certidumbre de ser escuchado. Que el Espíritu te ilumine, te fortifique, te guíe y te consuele. Revele y encarne en ti el gran misterio de Cristo, presente en su Palabra.

Oración: Señor Jesucristo, envía tu Espíritu Santo sobre nosotros y haznos comprender las Escrituras inspiradas por él; concédenos interpretarlas de manera digna para que saquemos provecho. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Texto: Mc 10, 2-16

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Lee también lugares paralelos que cualquier Biblia te ofrece, ayúdate de algunos instrumentos exegéticos, algún diccionario bíblico etc. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

En su camino hacia Jerusalén, Jesús insiste en todo momento en la tarea de instruir a los discípulos. La ocasión se la brindan ahora un grupo de fariseos que, desde su mentalidad, le interrogan acerca del divorcio, y unos niños que se acercan para recibir su bendición. Se trata de dos pasajes de temática diversa que Marcos presenta intencionadamente uno a continuación del otro.

Los judíos acudían con frecuencia a la Escritura para dilucidar cuestiones que les preocupaban en su vida diaria. De esa costumbre surgieron diversas escuelas de interpretación, y la rivalidad entre algunas de ellas hizo que en ocasiones el tema en cuestión perdiera importancia y se hiciera más relevante la mera discusión: el que salía vencedor adquiría prestigio y autoridad social. El pasaje de hoy debemos leerlo en este contexto: unos fariseos se acercan a Jesús para ponerlo a prueba, para polemizar con él.

Los fariseos aluden a una norma de Moisés (Dt 24,1) que justifica el divorcio. En ese contexto polémico, Jesús responde utilizando tres argumentos sucesivos. Primero interpreta que el texto en el que se apoyan los fariseos es una concesión de Moisés a su incapacidad para entender, literalmente, a su dureza de corazón. A continuación, plan¬tea el origen de la relación entre varón y mujer desde el plan divino en la creación. Y finalmente concluye con una sentencia con la que expresa que no se debe ir contra la volun¬tad de Dios. Buscad estos tres momentos en el pasaje.Los textos del Antiguo Testamento que recuerda Jesús en su respuesta están tomados de Gn 1,27; 2,24.

Pero el tema no se da por cerrado. Cuando llegan a casa continúa instruyendo a los discípulos. Esta vez fundamenta su enseñanza en el decálogo básico de Israel, expresión de la Alianza entre Dios y su pueblo. De nuevo insiste en el mensaje de que la felicidad del ser humano está en cumplir la voluntad de Dios.

Los niños son el contrapunto que pone Marcos a la mala intención de los fariseos. Para comprender mejor lo que se quiere destacar en los niños podemos compararlos con los personajes que aparecen en el contexto próximo: los fariseos, con su dureza de corazón, y la actitud de los discípulos en el pasaje del domingo En su camino hacia Jerusalén, Jesús insiste en todo momento en la tarea de instruir a los discípulos. La ocasión se la brindan ahora un grupo de fariseos que, desde su mentalidad, le interrogan acerca del divorcio, y unos niños que se acercan para recibir su bendición. Se trata de dos pasajes de temática diversa que Marcos presenta intencionadamente uno a continuación del otro.

Los judíos acudían con frecuencia a la Escritura para dilucidar cuestiones que les preocupaban en su vida diaria. De esa costumbre surgieron diversas escuelas de interpretación, y la rivalidad entre algunas de ellas hizo que en ocasiones el tema en cuestión perdiera importancia y se hiciera más relevante la mera discusión: el que salía vencedor adquiría prestigio y autoridad social. El pasaje de hoy debemos leerlo en este contexto: unos fariseos se acercan a Jesús para ponerlo a prueba, para polemizar con él.

Los fariseos aluden a una norma de Moisés (Dt 24,1) que justifica el divorcio. En ese contexto polémico, Jesús responde utilizando tres argumentos sucesivos. Primero interpreta que el texto en el que se apoyan los fariseos es una concesión de Moisés a su incapacidad para entender, literalmente, a su dureza de corazón. A continuación, plantea el origen de la relación entre varón y mujer desde el plan divino en la creación. Y finalmente concluye con una sentencia con la que expresa que no se debe ir contra la volun¬tad de Dios. Buscad estos tres momentos en el pasaje.Los textos del Antiguo Testamento que recuerda Jesús en su respuesta están tomados de Gn 1,27; 2,24.

Pero el tema no se da por cerrado. Cuando llegan a casa continúa instruyendo a los discípulos. Esta vez fundamenta su enseñanza en el decálogo básico de Israel, expresión de la Alianza entre Dios y su pueblo. De nuevo insiste en el mensaje de que la felicidad del ser humano está en cumplir la voluntad de Dios.

Los niños son el contrapunto que pone Marcos a la mala intención de los fariseos. Para comprender mejor lo que se quiere destacar en los niños podemos compararlos con los personajes que aparecen en el contexto próximo: los fariseos, con su dureza de corazón, y la actitud de los discípulos en el pasaje del domingo.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Acoger la soberanía de Dios sobre todo lo creado es entender nuestra vida no desde las normas humanas ni desde las convenciones sociales, sino desde la ley de Dios. Esta ley no es arbitraria ni caprichosa: está fundada en su amor creador. Sólo desde este amor se puede vivir la exigencia del Reino.

Por lo que se refiere a la fe: Al meditar este evangelio seguro que hemos enriquecido nuestro conocimiento de Jesús. ¿Qué hemos aprendido de él en el día de hoy?

La voluntad de Dios se manifiesta una vez más en todo lo que dice y hace Jesús: a la dureza de corazón de los fariseos responde con el proyecto de amor del Padre; a la regañina de los discípulos, con la ternura de Dios. ¿Cómo se expresa en nuestra vida, de palabra y de obra, nuestra fe en Dios? ¿Qué dicen de él nuestras actitudes?

En cuanto a la esperanza: – «De los que son como ellos es el Reino de Dios». Un Reino para los niños, para los sencillos e inocentes, para los menos relevantes de la sociedad. Bien distinto de los gobiernos de la tierra. ¿Quiénes son en nuestros días los que pueden recibir el Reino de Dios? ¿Cómo es este reinado que nos propone el evangelio?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

En el diálogo con Dios comprendemos lo mucho que nos falta para llegar a ser como niños, para vivir completamente entregados en su amor. Su fidelidad y su ternura son bendición para nuestra vida y modelo de nuestras relaciones. También traemos a nuestra oración de hoy a los esposos: que su amor sea reflejo del amor de Dios a su pueblo.

«Que el Señor te bendiga todos los días de tu vida».

¡Feliz el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás feliz y todo te irá bien.

Tu esposa será como una vid fecunda

en el seno de tu hogar;

tus hijos, como retoños de olivo

alrededor de tu mesa.

¡Así será bendecido

el hombre que teme al Señor!

¡Que el Señor te bendiga desde Sión

todos los días de tu vida:

que contemples la paz de Jerusalén

y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel!

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

En relación con la caridad: ¿A qué compromisos como creyentes nos conduce el texto?

Jesús fundamenta la unión matrimonial en el proyecto creador de Dios y en la fidelidad plasmada en la Alianza. ¿Qué nos enseña el pasaje sobre el matrimonio? ¿Qué actitudes deben promover los esposos?

Miguel Maestre Muñoz, cmf

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