Una Voz que me dice. Mc 1, 21b-28

Versión en pdf para imprimir:

[wpdm_package id=’10360′]

«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

28 de Enero de 2018: IV Domingo Tiempo Ordinario

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Mc 1, 21b-28

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

Después del primer anuncio y de la llamada a los primeros discípulos, dos pasajes en los que se condensa el programa de Jesús, Marcos relata una serie de episodios que suceden en el transcurso de un día (hay que tener en cuenta que para los judíos el día comienza y termina, todavía hoy, con la puesta del sol, no con el amanecer). Es bastante poco probable que Jesús hiciera todas estas cosas en un sólo día, y por eso suele pensarse que los episodios reunidos en él forman una especie de «jornada ejemplar». En ella, el anuncio de la llegada del Reinado de Dios comienza a hacerse realidad a través de la actividad de Jesús. Son los episodios que leemos este domingo y el siguiente.

La actividad de Jesús comienza con la sanación de un hombre que estaba poseído por un espíritu impuro. Lo primero que tenemos que hacer para entender su significado es quitarnos de la cabeza las imágenes de las películas en las que aparecen endemoniados. Esto es otra cosa. En tiempos de Jesús la gente creía en la existencia de espíritus. Los desequilibrios psicológicos, la experiencia de grandes tensiones…, eran en ocasiones interpretados como posesiones de ciertos espíritus y esto convertía a algunas personas en marginadas.

Además es muy importante que tengamos en cuenta (que este, como los demás exorcismos que encontramos en Marcos (el hombre poseído por una legión, la mujer sirofenicia…), son expresión de la definitiva victoria de Jesús sobre Satanás que se narra en el breve relato de la tentación, al principio del evangelio. Estos exorcismos serían como una «operación de limpieza».

El marco que elige el evangelista para el exorcismo es la enseñanza de Jesús, un sábado, en la sinagoga. Del contenido de la enseñanza no se dice nada: ya se ha adelantado su esencia unos versículos antes (Mc 1,14-15). Al principio y al final del pasaje se recogen las reacciones de la gente a esta enseñanza.

Es interesante observar cómo, tras el exorcismo, los presentes ponen en relación la enseñanza de Jesúa y su poder sobre los espíritus. Fijaos en cómo lo hacen. Se trata de expresar que Jesús, con su palabra y su actuación, es curación y vida allí donde hay opresión. Él actúa con la fuerza del Espíritu Santo (Mc 1,10): por eso puede expulsar a los espíritus impuros (no santos).

En este pasaje hemos visto que enseñanza y sanación van unidas, que las palabras sin los hechos no tienen mucha fuerza. También hemos descubierto el poder de Jesús sobre todo lo que oprime al hombres y mujeres. Como discípulos suyos, contemplamos la llegada del Reinado de Dios y nos sentimos llamados a imitar su ejemplo.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Jesús habla y actúa con autoridad. Su vida es una lucha del «Santo de Dios» contra lo que esclaviza al ser humano. Como discípulos suyos, acogemos la Palabra comprometidos con la liberación de nuestros hermanos, sorprendidos y agradecidos porque su autoridad dura por siempre.

– Jesús enseña a la gente y actúa con autoridad. ¿En que aspectos te ayuda el pasaje de hoy a profundizar en la persona de Jesucristo?

– Según el pasaje de hoy, Jesús actúa con la fuerza de Dios y, de este modo, es el Señor. ¿Cómo se expresa en nuestra vidas que Jesús es el único Señor?

La victoria de Jesús es signo de la llegada del Reinado de Dios. Hasta los espíritus inmundos le están sometidos. El Espíritu del Santo de Dios penetra y transforma la creación entera ¿Qué signos de la victoria de Cristo advertimos en nuestra historia personal? ¿Y en la realidad de nuestro mundo? ¿Sabemos mirar con esperanza desde esos signos de victoria?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

“Cállate y sal de ese hombre». Con unas pocas palabras desata a la humanidad de todas sus cadenas. La lectura de hoy nos permite respirar libertad. El Señor nos ha ganado para sí. Ninguna opresión es ya dueña de nuestra vida.

ORACIÓN compartida.

Podemos recordar aquellas esclavitudes que somenten a los hombres y mujeres que viven junto a nosotros, pidiendo al Señor que continúe actuando a favor de su pueblo y comprometiéndonos en su mistma tarea.

Cantamos celebrando a nuestro Salvador: PROTÉGEME, DIOS MÍO

Protégeme, Dios mío, me refugio en Ti. (bis)

El Señor es mi heredad, me refugio en Ti;

conmigo va el Señor, me refugio en Ti.

Mi suerte está en tu mano, me refugio en Ti;

siempre tengo al Señor, me refugio en Ti.

Con Él caminaré, me refugio en Ti;

con Él no moriré, me refugio en Ti.

Se alegra el corazón, me refugio en Ti;

conmigo va el Señor, me refugio en Ti.

Me enseñas el camino, me refugio en Ti;

nunca me dejarás, me refugio en Ti.

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

La tarea de Jesús es encargada a los discípulos en el relato de la elección de los Doce y también, otra vez, al final del evangelio. Es una tarea actual.

¿Cuáles son los espíritus inmundos que oprimen a los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Cómo podemos desempeñar el encargo de Jesús?

Start typing and press Enter to search