Una Voz que me dice… Lectio Divina comunitaria. Jn 14,1-12

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Una voz que me dice…”

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

14 de Mayo de 2017: DOMINGO V de PASCUA

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Jn 14, 1-12

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

En el contexto de la Cena Pascual, comienza este pasaje con la seguridad que Jesús da a sus discípulos de ser admitidos en el hogar del Padre (14,1-3); a continuación les señala el camino que han de seguir, que se identifica con él mismo (14,4-6). La meta es conocida, porque su persona hace presente al Padre y el camino es posible porque sus palabras realizan las obras del Padre (14,7-11). En el camino no les faltará su ayuda constante (14,12ss).

La primera parte del texto va encabezada por la petición de serenidad, a la que Jesús añade enseguida una clara demanda de fe hacia su persona. Esta exigencia de confianza plena se entenderá mejor al final del pasaje, pero de momento va ligada a una explicación sobre el sentido de su marcha. Jesús no ve su muerte como el fracaso de su misión, sino como la culminación de la misma. Además, su despedida no es definitiva. Si se va es pan preparar un sitio a los discípulos. Luego volverá resucitado y llevará a los suyos hacia ese mismo «lugar». Estas palabras provocan la intervención de Tomás, que no acaba de entender.

Tomás parece ignorar cuál es la meta a la que se dirige y, por tanto, el camino que se debe recorrer para llegar hasta ella. Se diría que ha interpretado todo literal mente, de un modo físico y superficial. En realidad, esta incomprensión responde a una técnica literaria llamada «malentendido». Más que expresar una duda real, da pie a que Jesús responda con una explicación que ayuda a profundizar en el sentido de sus palabras. El Padre es el destino hacia el que se orientan todos los creyentes. Pero el único itinerario que conduce a esa meta es Jesús, que se presenta como «el camino, la verdad y la vida” . Por eso es preciso conocerle a él para conocer al Padre, algo que los discípulos han conseguido porque «ya lo han visto» . Esta última afirmación de Jesús suscita una nueva interrupción del discurso por parte de Felipe

Cuando Jesús da por sentado que sus discípulos ya han visto al Padre, está afirmando algo que choca con la tradición bíblica, donde se sostiene que a Dios nadie lo ha visto jamás (Is 45,15; Jn 1,18). Y eso significa no sólo que Dios sea físicamente invisible, sino que el ser humano no puede conocerlo por sí mismo. La petición de Felipe expresa, por tanto, el deseo que anida en el corazón de todo creyente (Sal 42 (41),3). La respuesta de Jesús niega la posibilidad de una visión directa de Dios, pero afirma que el Padre se ha hecho visible en su persona. Que él mismo es la única «teofanía» en la que Dios se ha manifestado y dado a conocer Al realizar esta afirmación sobre la íntima unión que existe entre el Padre y él, Jesús pide que esta revelación sea acogida con fe. Con esta nueva solicitud de confianza, el discípulo es invitado a dar credibilidad a las palabras de su Señor, que a su vez se acreditan gracias a las obras que él mismo hace.

El último versículo del pasaje parece descolgado del resto. En realidad, forma parte de una unidad diferente que el texto litúrgico ha recortado (Jn 14,12-14) y en la que Jesús trata de mostrar las perspectivas de futuro que se abrirán para los discípulos cuando él se vaya al Padre. Esta ausencia aparente posibilitará un nuevo tipo de presencia gracias al Espíritu. En ese contexto se han de entender las palabras en las que Jesús promete a los creyentes, la posibilidad de continuar y extender -por eso habla de “obras mayores”- la misión que él ha iniciado. La obra de Jesús ha sido sólo un comienzo, el futuro reserva una labor más extensa para los discípulos. Con este dicho da ánimos a los suyos para el futuro trabajo, que no estarán solos en su misión ni en su camino.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Orientar la propia existencia y tomar las opciones correctas es el desafío de toda vida humana. Los creyentes conocemos la meta que perseguimos y sabemos que el camino que nos conduce hasta ella no está hecho de leyes y normas, sino que es una persona que habló y actuó de un modo muy determinado. Si damos crédito a sus palabras y continuamos su obra, Jesús nos encaminará con él hacia el encuentro con el Padre.

¿Qué te ha aportado la lectura de este pasaje a la hora de conocer a Jesús con más profundidad?

El Dios en el que creemos los cristianos es el Padre de Jesús, el que se nos muéstra en sus obras y en sus palabras. ¿Qué falsas imágenes de Dios te invita a destruir esa fe?

¿Qué tipo de esperanza te hacen concebir las palabras de Jesús: «Volveré y os llevaré conmigo…»:?¿Crees que se refieren sólo a la vida en el más allá?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

Nuestra oración podría dirigirse a Jesús con la misma petición de Felipe: «Muéstranos al Padre». Que él nos ayude a caminar por su camino, a mirarle, a conocerle, a creer en él y a descubrir en todo lo que hace y dice el auténtico rostro de Dios.

Como oración podemos recitar algunos versos del SALMO 32:

Aclamad justos al Señor que merece la alabanza de los buenos.

La palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales;

él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles para librar sus vidas de la muerte.

Él es la alegría de nuestro corazón.

Que su amor nos acompañe perpetuamente.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

¿Cómo te orientan las palabras de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” para encaminar tu vida y tomar opciones coherentes con la fe en Jesús?

¿Eres consciente de que estamos llamados a prolongar como creyentes la obra de Jesús, que es también la obra de Dios? ¿Cómo tratas de concretarlo en el día a día?

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