Una Voz que me dice… Jn 3, 14-21

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

11 de Marzo de 2018: IV DOMINGO DE CUARESMA

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Jn 3, 14-21

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

Con la visita de Nicodemo a Jesús comienza el capítulo 3 del evangelio de Juan. El pasaje que hemos leído hoy es la parte final de ese relato en el que, del diálogo fluido entre los dos protagonistas, se ha pasado a un largo monólogo de Jesús.

El mensaje central de las palabras de Jesús lo encontramos en el v. 16: Dios entregó a su Hijo para que todos hombres y mujeres que había creado, aquí los denomina “el mundo», creyendo en él tuvieran vida eterna.

La cruz tiene en el evangelio de Juan un sentido especial. La elevación en la cruz expresa el triunfo definitivo de Jesús, el momento de su glorificación. Desde ella, Igual que si de un trono se tratara, Jesús da la vida eterna a la humanidad. Como imagen de la entrega de Jesús en la cruz el evangelista comienza recordando la escena de la serpiente de bronce que Dios mandó hacer a Moisés en el desierto (Nm 21,4-9): los que habían sufrido la picadura de una serpiente, miraban a la de bronce colocada en lo alto de un asta y quedaban curados. La condición para ser curados era mirar la serpiente.

La voluntad inequívoca de Dios es la salvación de todo ser humano. Así se expresa con contundencia en el v. 17. Pero está en la decisión de cada uno aceptar o no. De hecho, la oferta de salvación pone en «crisis» a todo el mundo, es decir, coloca al ser humano en una situación crítica: la necesidad de juzgar qué prefieren, si la vida eterna o la condenación.

El final del texto da un paso más. Desde el versículo 19, «luz» es la palabra que más se repite. La luz ha venido al mundo y ha hecho que se manifiesten dos tipos de personas: las que hacen el mal, que viven en las tinieblas, y las que actúan conforme a la verdad, la voluntad de Dios, que quieren permanecer en la luz. De esta manera, la fe y la vida van unidas. El que cree en Jesús, actúa inspirado por Dios y vive en la luz. El que no cree, hace lo malo y vive en las tinieblas. Esta oposición entre la luz y las tinieblas aparece en lugares muy significativos de la Biblia: en el primer momento de la creación (Gn 1,1-5) o al final del Apocalipsis (Ap 22,5). Se puede leerlo también en el principio del evangelio de Juan (Jn 1,4-14).

El evangelio nos va señalando un camino para vivir la Cuaresma. El domingo pasado nos invitaba a revisar nuestro culto, y en éste nos anima a explorar nuestra fe en Jesús y nuestro estilo de vida. Nos anuncia que Jesús ha venido para salvar a todos, pero que esta salvación depende en cierto modo de nosotros. Podemos aceptarla y vivir en la luz o podemos rechazarla y vivir en las tinieblas. Dios nos deja a nosotros la decisión.

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

Buscamos vivir más años, deseamos una mayor calidad de vida, solemos exclamar cuando estamos a gusto «esto es vida»… El evangelio de hoy nos ayuda a plantearnos el tema de la vida con mayor profundidad, en otros términos: vivir desde la fe en Jesús, vivir conforme a la verdad, vivir en plenitud. La luz del Señor ilumina la meditación y la actualización que nos sugiere el pasaje evangélico de hoy.

– El pasaje que hemos leído habla de Dios y de su proyecto salvador para nosotros. ¿Qué es lo que más nos ha llamado la atención de todo lo que el texto dice sobre Dios?

– El que cree en él tiene vida eterna. La fe no es una opción más entre las muchas que tenemos que tomar a lo largo de nuestras vidas, ni es un regalo más de los muchos que hemos de recibir. En la fe nos jugamos la vida. Siendo conscientes de la importancia que esto tiene, ¿qué podemos hacer para crecer en nuestra vida de fe?

Transmitir la fe a los demás es darles vida. ¿Cómo estamos comprometidos con la fe de quienes nos rodean?

– La vida eterna no es simplemente una promesa que hallará cumplimiento en el momento final. Aquí y ahora, en nuestra opción de fe, estamos anticipando la vida eterna. ¿Cómo afecta a nuestra esperanza cristiana poder vivir el momento presente como adelanto de lo que será vivir en plenitud con el Señor?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

El amor que Dios nos tiene se expresa en su forma mas intensa en la muerte en cruz de su Hijo. Muere para que la humanidad tenga vida. Nuestra oración es de agradecimiento al Padre por su amor, por la vida que nos da. También es de petición: Señor, aumenta nuestra fe.

Compartimos nuestra ORACIÓN según lo que el pasaje leído haya suscitado en cada uno de nosotros.

Cada participante repite en voz alta la frase «TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO», sustituyendo «mundo» por su propio nombre.

Entonamos juntos «CREO EN JESÚS» u otro canto apropiado.

CREO EN JESÚS. CREO EN JESÚS.

EL ES MI AMIGO, ES MI ALEGRÍA.

CREO EN JESÚS. CREO EN JESÚS

EL ES MI SALVADOR.

1. El llamó a mi puerta,

me invitó a compartir su heredad,

seguiré a su lado,

llevaré su mensaje de paz.

2. Día y noche (creo en Jesús),

él está a mi lado (creo en Jesús),

sigo sus palabras (creo en Jesús),

doy por él la vida (creo en Jesús),

es mi Salvador.

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

  • También el pasaje nos orienta hacia la vida. En cuanto discípulos, ¿Cómo colaboramos con nuestro estilo de vida en la imoplantación del Reino de Dios?

  • «Todo el que obra mal detesta la luz». La lucha entre la luz y las tinieblas que se entabla en el principio de la creación dura hasta nuestros días. Como creyentes estamos comprometidos con la victoria definitiva de la luz. Según esto, ¿qué estamos haciendo para vivir conforme a la verdad? ¿Cómo podemos conseguir que cada vez más nuestras actitudes estén inspiradas por Dios?

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