Una Voz que me dice… Jn 15, 1-18

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«Una voz que me dice…»

(S. A. Mª. Claret. Autobiografía 114)

PRÁCTICA DE LA LECTIO DIVINA EN GRUPO

29 de Abril de 2018: DOMINGO V DE PASCUA

Disposición espiritual.

Haz silencio, exterior e interior. Invoca al Espíritu Santo con esta u otra oración: ¡Oh Señor Jesús!; te pido la alegría de comprender puramente tus palabras, inspiradas por tu Santo Espíritu. Amén.

Texto: Jn 15, 1-8

1. Lectura (lectio). Lo que el texto dice

Lee y relee tranquila y detenidamente este pasaje bíblico fijándote bien en todos los detalles. Descubre sus recursos literarios, las acciones, los verbos, los sujetos, el ambiente descrito, su mensaje. Tras un momento de silencio descubrimos juntos qué dice el texto.

Con esta alegoría la comunidad joánica expresó la relación cercana y personal que debe establecerse entre Jesús Resucitado y el auténtico discípulo.

El pasaje de este domingo y del siguiente forman parte del llamado «discurso de despedida» del evangelio según san Juan (Jn 13-17). En realidad se trata de dos discursos y una larga oración que Jesús pronuncia durante la última cena. Es como su testamento espiritual. Estos discursos resumen la enseñanza de Jesús y ofrecen orientaciones a sus seguidores para que sepan cómo conducirse cuando falte el Maestro. Fueron compuestos mucho tiempo después de su muerte a partir de palabras y recuerdos de Jesús, junto con las reflexiones de sus discípulos.

La imagen de la vid ya había sido utilizada por los profetas para referirse al pueblo de Israel. Yavé cuida con amor de su viña, pero Israel, que debía dar frutos de fidelidad a la alianza, no responde adecuadamente (Is 5,1-7). En este contexto Jesús se presenta como la vid «verdadera», aquel en quien Dios restablece la alianza.

Podemos hacer una segunda lectura de este pasaje observando las dos expresiones que más se repiten: «permanecer» y «dar fruto». Ambas están relacionadas. Permanecer en Jesús, vivir de sus palabras, de su savia vital, es la única manera de dar fruto, de glorificar al Padre. Sólo arraigados en una comunión que se cultiva desde dentro podrá el discipulo llevar a cabo el proyecto de amor de Dios sobre el mundo. Y en eso consiste la glorificación del Padre.

Fijaos cómo en el pasaje se va pasando continuamente de la realidad física (vid-sarmientos) a otra realidad evocada (Jesús-discípulos). ¿Qué consecuencias tiene permanecer unido a Jesús? ¿Qué significa dar frutos?

Aunque en este pasaje quien habla es Jesús, sus palabras describen la situación de una comunidad en la que él ya no está presente. En su ausencia el grupo joánico corre el peligro de disgregarse, de ceder a presiones que lo amenazan, tanto por parte del judaismo fariseo como por parte de falsas doctrinas que se alimentaban en el interior de la comunidad.

A esta situación responde el autor del evangelio subrayando la importancia de permanecer unidos a Jesús para superar las dificultades, perseverar en medio de la adversidad y dar frutos concretos de amor.

Con una imagen muy sugerente, la alegoría de la vid y los sarmientos nos presenta un boceto de lo que significaba ser discípulo en la comunidad joánica: estar unido a Jesús, mantener su enseñanza y dar frutos. Son aspectos que continúan siendo fundamentales para nosotros, los cristianos del siglo XXI, que buscamos ahondar en la vida espiritual (=permanecer en Jesús), dar razón de nuestra fe (=conocer y actualizar su enseñanza) e implicarnos en la realidad (=dar frutos).

2. Meditación (meditatio). Lo que el texto me dice

Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Se trata de una “rumia” -ruminatio- que va haciendo que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecha carne propia. Déjate seducir por la Palabra. Sigue sus hondos impulsos. Quédate con algún verso o frase.

El pasaje sobre la vid, los sarmientos y los frutos, que recoge el evangelio de san Juan, es de perenne actualidad. Nos habla del Padre, de Jesús y de cada uno de nosotros, sus discípulos. Es una alegoría que continúa ofreciéndosenos como Palabra de Dios para hablar y hacer fructificar nuestras vidas.

– Por lo que se refiere a la FE: ¿Qué me sugiere el rostro del Padre-viñador y de Jesús-vid que me ofrece este pasaje? ¿Cómo me invita a crecer en la fe?

– Para ser discípulo de Jesús no basta con estar informado sobre él, es necesario «permanecer» en él. ¿Qué facilidades y qué dificultades encuentro para estar unido a él? ¿Cómo se alimenta mi vida, de dónde recibo la savia que necesito para ser un sarmiento injertado en Cristo?

– Aludiendo a la ESPERANZA : ¿Qué motivos de alegría y de esperanza me ofrecen la lectura de este fragmento evangélico?

– Este pasaje nos invita a vivir desde la hondura de nuestro ser cristiano, que es la unión con Cristo, y desde ahí dar fruto. ¿Cómo me anima a vivir desde la esperanza el saber que lo importante no es la cantidad de fruto sino la calidad?

3. Oración (oratio). Lo que yo digo a Dios y lo que Dios me dice a partir del texto.

Habla ahora a Dios. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Haz silencio dentro de ti y acoge las palabras de Jesús en tu corazón. Ora con sinceridad con confianza. Orar es permitir que la Palabra, acogida en el corazón, se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento… Es el momento de la celebración personal y comunitaria. Sobre todo, deja hablar a Dios nuestro Padre. Practicando estas palabras, terminarás por transformarte en El

Dice Jesús que unidos a él obtendremos lo que pidamos, porque él nos alcanza la sintonía con la voluntad del Padre. Confiados en estas palabras, le presentamos todo lo que el pasaje del evangelio nos haya sugerido.

Compartimos espontáneamente la ORACIÓN.

COMO EL PADRE ME AMÓ

YO OS HE AMADO.

PERMANECED EN MI AMOR,

PERMANECED EN MI AMOR. (bis)

1.- Si guardáis mis palabras

y como hermanos os amáis,

compartiréis con alegría

el don de la fraternidad.

Si os ponéis en camino

sirviendo siempre la verdad,

frutos daréis en abundancia,

mi amor se manifestará.

2.- No veréis amor tan grande

como aquel que os mostré.

Yo doy la vida por vosotros,

amar como yo os amé.

Si hacéis lo que os mando

y os queréis de corazón,

compartiréis mi pleno gozo

de amar como Él me amó.

4. Acción misionera (actio). Hágase en mi según tu palabra

Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra, para no ser condenado por ella. La Palabra, si se ha hecho con sinceridad los pasos anteriores, posee luz suficiente para iluminar nuestra vida, y fuerza para ser llevada a la práctica. El fruto esencial de la Palabra es la caridad. Deberíamos acabar pronunciando las palabras de la entrega misionera del profeta ante el Señor, que pide nuestra colaboración : “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). María, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino (Lc 1,39).

– Con respecto a la CARIDAD: Mi Padre recibe gloria… cuando os manifestáis como discípulos míos». ¿Qué invitaciones concretas me ofrece este pasaje para mantenerme y manifestarme como discípulo de Jesús?

– Una de las expresiones que más se repiten en este pasaje es «dar fruto». ¿Qué frutos me siento llamado a dar en este momento de mi vida?

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