La última película estrenada del realizador iraní Asghar Farhadi se titula Un héroe. No sabemos si el título tiene su pizca de mala uva o simplemente es un modo de subrayar la bondad de su personaje principal. En ella se nos ofrece una historia llena de giros argumentales que no sabemos cómo va a concluir, aunque es previsible el derrotero final que toma.

Su protagonista es un hombre simple, incluso simplón, que está en la cárcel por no haber satisfecho una deuda. Su novia encuentra un bolso con monedas de oro y nuestro hombre quiere aprovechar un permiso carcelario para venderlas y así saldar parte de la deuda. Este es el inicio de la película. A partir de aquí las cosas transcurren por un laberinto lleno de salidas siempre desafortunadas por el que un guion bastante juguetón conduce a Rahim, nombre del supuesto afortunado, hacia terrenos que no preveía.

A diferencia de otras películas anteriores, Nader y Simin: una separación y El viajante, centradas más en las peripecias privadas de sus protagonistas a los que Asghar Farhadi recluye en unos agobiantes interiores, reflejo de las mentes torturadas de sus personajes, en Un héroe (que mereció un reconocimiento en el festival de Cannes de 2021) el realizador nos sumerge en una ciudad iraní, salpicada del polvo de sus calles sin asfaltar, nos acerca a las personas de distinto tipo que la habitan, nos hace respirar el poso de una tradición que se palpa, y en fin nos invita a acompañar a ese hombre que parece bueno, sin que terminemos de entender muy bien las decisiones que va tomando y que complican cada vez más su, en principio, sencillo permiso.

La cárcel, las emisoras de televisión, el sencillo centro comercial, el local de una asociación benéfica que interviene en su ayuda, la oficina del consejo local donde le han ofrecido un trabajo: todos esos lugares van cercando las buenas intenciones de Rahim y, a pesar de su buen carácter, casi sumiso y apocado, le conducen del inicial heroísmo y reconocimiento público al linchamiento mediático… A medida que avanza la historia nuestro héroe no se conduce por donde desea, sino que termina siendo llevado por las circunstancias, por los intereses de unos y otros, por su deseo de recuperar la normalidad de su vida…

El tropel de desgracias se va amontonando y se suceden en un guion medido y escrupuloso, pero que puede dar la impresión de excesivo y poco verosímil. Así la empatía del espectador, que podría esperarse de tales situaciones, no termina de estar clara. Tal vez sea que rehuimos tanto dilema moral, o que desde el principio atisbamos las costuras, no sabemos si plenamente sinceras, del atribulado protagonista.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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