Desde que comenzó su carrera en los años ochenta del siglo pasado, Tom Hanks ha interpretado personajes muy variados. En algunos casos, se trata de personajes reales que, de un modo u otro, han ejemplificado cualidades y valores que el establishment hollywoodiense entiende como exportables y actúan de modelos de referencia más allá de las fronteras de Estados Unidos. Sully o Capitán Phillips ofrecen un modo de representación del heroísmo y la abnegación en condiciones fuera de lo común.
En Un amigo extraordinario, por el contrario, asistimos a una historia muy común en apariencia. No se trata en este caso de enfrentarse a un grave accidente de aviación o a un grupo de piratas somalíes, sino al hecho de ser honesto, educado y empático en toda circunstancia. El protagonista es Fred Rogers, un presentador de televisión muy conocido en EEUU que, durante muchos años ha mantenido en antena un programa para los niños, no digamos infantil, porque si juzgamos la recreación que nos ofrece esta película en algunos tramos de la misma, el atractivo de su presentador encandila lo mismo a pequeños que a adultos. Fred Rogers podría ser considerado, a juzgar por lo que vemos en la película y es plausible lo que nos cuenta por otras referencias, un santo de la puerta de al lado, por utilizar la expresión acuñada por el papa Francisco. Es un hombre bueno, en el mejor sentido de la palabra, preocupado por sus semejantes e incapaz de no brindar su ayuda a quien siente que la necesita.
Cuando un periodista de la revista Esquire recibe el encargo de la editora de la misma de escribir un artículo sobre Fred Rogers, no prevé la influencia benéfica que éste va a tener en su vida. El periodista, a quien interpreta Matthew Rhys (y que hemos visto en las series The americans o Perry Mason) queda sorprendido del carácter de su entrevistado. Su bondad puede parecerle una impostura, al menos al principio, o un tic temporalmente activo. Pero su sorpresa va en aumento cuando comprueba que Fred Rogers es así, simplemente: bueno, generoso, delicado, amigable. Y esto choca con su carácter y con la historia personal que viene arrastrando desde hace años, que le ha convertido en una persona esquiva, desconfiada, con poca o ninguna fe en la bondad humana. Los encuentros que van manteniendo a lo largo del metraje van minando la dureza del entrevistador que queda finalmente subyugado por un modo de ser y de vivir que le parece de otra naturaleza. Su relación con Fred Rogers le ayuda a vivirse reconciliado y a perdonar a quien durante muchos años ha sido para él objeto de su rencor.
Tom Hanks recrea el personaje haciéndonos sentir su cercanía. He visto la película en versión doblada, pero el doblaje dota a Fred Rogers de un tono de voz y una cadencia que traduce en su tono de voz la bondad que guarda. Quiero creer que en la versión original la dicción del actor también contribuye a la construcción del personaje.
Un amigo extraordinario es una película muy recomendable, que os hará pasar un par de horas de buen entretenimiento.
Antonio Venceslá Toró, cmf