Ya llega el verano. Viene el calor. Mucha gente en España y otros países de Europa aprovecha el tiempo de vacaciones para ir a la piscina y a la playa para refrescarse, también para disfrutar del sol del verano, “tomándolo”. Pues así es como se suele decir: tomar el sol.
Quizás para la mayoría, es un actividad normal, y por eso, nadie se para a reflexionar lo que puede significar. Pero, si pensamos un poco, el proceso desde que el sol llega a la piel hasta que esta se pone morena, lleva su tiempo. Horas y días. Incluso semanas.
Pues, el encuentro con Dios que cambia la vida de una persona, también lleva tiempo, horas, días, semanas, años… Es un proceso largo en el que hay que estar allí, una y otra vez, bajo el “Sol”. Simplemente “estar” ante la presencia del Señor.
Así también debemos hacer con la lectura de la Palabra de Dios. Poco a poco, día a día, una y otra vez, de un capítulo al otro, del Antiguo Testamento al Nuevo. Hasta que el Señor mismo, nos cambia la piel de nuestro corazón. Quizás nosotros mismos no nos demos cuenta de ello, pero sí los demás. Nos ven diferente.
El Señor que es fiel, nos pide que seamos fieles también a Él y a su Palabra.
Que así sea…por lo menos en este verano…
Poco a poco…
Tomas Mekar Joustefen, cmf