«Hay tiempo para destruir y tiempo para construir» (Ecle 3, 3)
Se nos quebró la luna entre las manos.
Otro juguete más.
Y un laberinto de relojes frágiles,
en la almohada de los sueños.
Bajemos del caballo a los jinetes
Y el fuego abrasará todas las máscaras.
Podemos los rosales de la piel
Y nacerá otra carne entre sus pliegues.
Borremos de la agenda la rutina
De la razón exacta
Para iniciar de nuevo el rito de la sangre.
Desnudemos al viento las palabras
Y hagamos un poema colectivo.
Blas Márquez, cmf