Asistimos a un abrumador repunte de la presencia femenina en los ámbitos de decisión en instituciones civiles. También movimientos sociales claman legítimamente por los derechos de la mujer y el respeto a su dignidad y a su vida. Es algo que no admite discusión, salvo en grupos extremistas de nuestro contexto cultural y en sociedades concretas ajenas a la nuestra, que mantienen prácticas rechazables contrarias a la mujer.
No siempre ha sido así. Y para corroborarlo, cosa que tampoco hace mucha falta por evidente, propongo ver Sufragistas, película británica que describe la lucha de las mujeres por el reconocimiento de su derecho al voto.
La historia sucede en los primeros años del siglo XX. Tiene una base verídica y algunos de los personajes que aparecen existieron realmente, caso de la líder del movimiento, interpretada por Meryl Streep en un papel testimonial. No sucede en el caso de la protagonista, Maud Watts, una joven casada y madre, que trabaja en una lavandería, interpretada por Carey Mulligan, que va adquiriendo conciencia de la situación de indefensión en que se encuentran las mujeres en los diversos aspectos de la vida social (laboral, familiar, política) y decide incorporarse al movimiento sufraguista para defender los derechos que les corresponden. No era una empresa fácil, porque las autoridades las consideraban insurgentes merecedoras de golpes, castigos y cárcel. Y la sociedad en general las rechazaba (también muchas mujeres que tras el triunfo de sus demandas se beneficiaron de su sacrificio). Incluso se vieron marginadas en el seno de sus propias familias. Maud conocerá dicho rechazo e incomprensión, cosa que acentuará su compromiso y su voluntad de luchar por sus convicciones.
Sufragistas nos acerca a un episodio de la historia humana que merece ser recordado. Nos ofrece una reflexión sobre el valor del esfuerzo, del convencimiento y el compromiso, más allá de posturas cosméticas o frases engoladas. Porque Maud y sus compañeras sufrieron golpes, prisión, incluso pusieron en riesgo su vida, llegando en algún caso a perderla… Los logros conseguidos en los últimos cien años se cimentaron en sus proclamas y en sus vidas gastadas.
La producción, como suele ser habitual en el cine británico, es muy creíble, con una ambientación que nos traslada a la época y a los acontecimientos narrados. La interpretación de las actrices protagonistas, particularmente de Carey Mulligan, merece elogios por su capacidad de transmitir la resolución y el empuje que las animaron.
Unos títulos finales nos informan de los años en que las mujeres consiguieron el derecho al voto en algunos países. A lo largo del siglo XX ha continuado este empeño que aún no ha terminado. Como sabemos, desgraciadamente siguen existiendo países y contextos culturales donde ser mujer supone vivir en una situación de inferioridad respecto a los hombres.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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