Sobre pornografía

Hoy en día se acepta la pornografía con demasiada ingenuidad en la vida social, y pocos reconocen su peligro real. En Internet es una de las mayores adicciones actuales. Ningún analista creíble va a negar el dato. Como toda adicción, también es mortal, causa daño irreparable. Sin embargo, hay cada vez más tolerancia con ella. La pornografía se cuela por todas partes; se la considera tan inofensiva que incluso es tratada en los medios de manera desenfadada e incluso chistosa. Además de eso, son muchos, incluidos también  creyentes, los que desafían a quienes se pronuncian en contra de la pornografía, argumentando: “¿Por qué ser tan rígidos respecto a ver sexo? El sexo es lo más hermoso que Dios creó, ¿por qué no se puede mirar?”.

¿Por qué no se puede ver? Podríamos empezar recodando la declaración de Carl Jung de que una de nuestras mayores ingenuidades es creer que la energía sexual es saludable y siempre podemos controlarla. No lo es. Esa energía es imperialista, quiere apoderarse de nosotros y controlarnos. Una vez que lo consigue, es muy difícil apagarla. Ésa es una de las razones por las que la pornografía es tan peligrosa. Su energía es tan invasiva que anula la libertad y narcotiza para los valores.

Sin embargo, la pornografía no solo es peligrosa, también es muy irrespetuosa con la persona y por tanto inmoral. Quienes afirman que el sexo es hermoso y nada malo hay en verlo tienen, de hecho, la mitad de la razón: el sexo es hermoso… pero su energía es tan agresiva que no debería ser visto sin amor, respeto y pudor.

La Escritura nos repite que Dios está siempre escondido ante la mirada humana, oculto, a fin de no ser contemplado sin reverencia: “Nadie puede mirar a Dios y seguir vivo”. Por eso la pornografía es dañina. No es mala porque el sexo no sea hermoso, sino porque el sexo es tan poderoso que lleva algo de ese poder divino. La pornografía es irresistiblemente adictiva y nociva. El sexo es hermoso, pero su belleza solo debe ser contemplada cuando está debidamente protegida por el amor y el respeto.

En el mundo del arte se distingue entre exhibir el cuerpo y estar desnudo. Lo primero es degradante mientras que lo segundo es noble. ¿Cuál es la diferencia? Al exhibirse de forma obscena, se viola la intimidad y la dignidad. A la inversa, la desnudez, debidamente protegida por el amor y el respeto, revela su belleza. No son intercambiables.

La pornografía degrada tanto a quienes la consumen como a quienes se exhiben de manera provocativa. Está mal desde el punto de vista humano y desde el punto de vista de la fe. Desde el punto de vista humano, porque el cuerpo desnudo necesita tener escudos protectores. Desde el punto de vista de la fe, porque nadie puede mirar el rostro de Dios y vivir. Y la sexualidad participa de lo divino.

 

Juan Carlos cmf

(FOTO: Mitchell Luo)

 

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