«Se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme… Extendió la mano y lo tocó, diciendo: quiero, queda limpio». Y enseguida quedó limpio de la lepra».
Tres cosas realiza el leproso del Evangelio de hoy cuando ve a Jesús:
1: Se acerca: a pesar de las trabas e impedimentos que el leproso de entonces tenía para acercarse a cualquier tipo de persona. Vence el miedo, la vergüenza. La fe le da coraje y valor.
2: Se arrodilla: reconoce su lepra, su humillación. Reconoce al mismo tiempo el poder y la misericordia de Jesús capaces de curarlo no sólo física sino también espiritualmente.
3: Pide y suplica: no con exigencias, sino con mucha humildad y confianza. Pide su curación si Jesús quiere otorgársela.
Y también Jesús realiza tres cosas: 1: Le habla, lo señala, lo acerca y se acerca, lo elige: «extiende la mano».
2: Responde con un «quiero». Y ese querer de Jesús realiza la sanación en el leproso.
3: Lo toca: la pureza de Jesús se transmite a la impureza del leproso y ésta queda curada.
Acércate a Jesús como se acercó el leproso y no dudes de que también Jesús se te acercará, te responderá y, tocándote, también quedarán limpias todas tus «lepras».
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf