«Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra tí, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda».
Jesús nos advierte hoy de un doble culto que podemos estar realizando los que nos consideramos sus seguidores:
– Por una parte, intentamos portarnos bien con Él, queremos agradarle… Y por eso rezamos, participamos en alguna que otra campaña solidaria, colaboramos con una u otra ONG, pertenecemos a alguna hermandad o cofradía, participamos en algunas procesiones, vamos normalmente a misa los domingos e incluso también entre semana…
– Pero, por otra parte, también estamos dando culto a nuestras envidias y odios, a nuestras perezas e indiferencias, a nuestras injusticias y favoritismos, a nuestros materialismos y sensualidades, a nuestras faltas de fe, esperanza y caridad…
Vamos a trabajar para que no separemos nunca el culto que le damos a Dios del culto que le tenemos que dar también al hermano. Los dos son inseparables.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf