«Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme»… Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio»… La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio».
En los tiempos de Jesús, el leproso no sólo era un enfermo. También era un excluido. un «SIN» sin ningún «CON».
«Sin» derechos, «sin» familia, «sin» amigos, «sin» relaciones sociales, incluso «sin» religión.
Y Jesús deja que se acerque a Él y se compadece de él. Le restituye todos los «CON» porque le restituye toda su dignidad de persona humana.
Hoy siguen existiendo muchas personas «SIN» porque hay muchas clases de «lepras»: la soledad, la tristeza, la exclusión, el abandono, la pobreza, la marginación… Cualquiera de nosotros puede ser ese leproso que necesita de la compasión y del toque de Jesús. Déjate hoy tocar por Él.
Y sé también tú la mano de Jesús que, tocando otras «lepras», restablezca consuelo y dignidad. Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf