«Vosotros sois testigos de esto».
Para ser testigos de algo es necesario haber visto, oído, experimentado aquello de lo que se es testigo.
Los primeros discípulos de Jesús vieron, oyeron, palparon y experimentaron su presencia resucitada.
Nosotros hemos de ser personas que nos encontramos personalmente con Jesús en la oración, en los sacramentos y en su Palabra.
Hemos de ser personas que palpen sus heridas en las llagas de los hermanos, en sus sufrimientos y dolores.
Hemos de ser también personas que sintamos la alegría de su presencia y que transmitamos esa alegría.
Somos los actuales testigos de la vida nueva que nos trae Jesús Resucitado.
Con la fuerza que te da Jesús, no tengas miedo de ser su testigo hoy en el mundo.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf