«María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel… Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?».
Al recibir el mensaje del ángel, María se pone en camino. Así emprende María un camino de fe y de confianza en el Señor.
Cuando entra en casa de Zacarías, será proclamada dichosa porque ha creído.
María se nos presenta hoy como modelo de creyente.
Dentro de pocos días contemplaremos a Dios hecho niño en Belén.
Se necesita una buena dosis de fe para adorar a Dios en el llanto de un recién nacido, en los pañales de un bebé, en una criaturita colgada al pecho de una joven madre, en un niño pequeñito recostado en un pesebre…
Y Dios está ahí. Es el Emmanuel, el Dios con nosotros.
Acompaña y déjate acompañar hoy por María. Que ella te enseñe a creer y que te enseñe también a ver a Dios en lo pequeño y en lo humilde aunque esté envuelto en pañales.
Pídele que te ayude a preparar la Navidad centrándote en lo esencial y poniendo en un segundo plano lo secundario. Lo importante es el Niño, no son los pañales.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf