Sirviendo la Palabra según Sanjuán: Jn 7, 1-2.10.25-30

«Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó». 

Jesús presiente el desenlace final de su vida en Jerusalén. Y en la fiesta judía de las Tiendas sube en secreto a la Ciudad Santa.

Pero, una vez allí, no puede callar la verdad y, sin miedo alguno, comienza a enseñar en el templo. Incluso grita cuando tiene que hablar del Padre para que todos conozcan los proyectos de Dios. ¡Ojalá y todos fuéramos tan libres para hablar de Dios como lo fue Jesús!. 

¡Ojalá y todos diéramos abiertamente y sin miedo testimonio de nuestra fe!. 

A veces nos acobardamos y nos escondemos para no dar la cara cuando hemos de gritar fuerte. 

¡Y somos hoy la voz de Jesús!. Y esa voz tiene que oírse nítida en medio de otras voces que en nuestro mundo gritan lo contrario. No te acobardes cuando tengas que gritar Dios, fraternidad, justicia, perdón, Jesús… 

No te dejes aprisionar ni bloquear por el miedo cuando tengas que hablar de tu Padre. Habla de tu fe y de la acción de Dios en tu vida sin miedo alguno. 

Buenos días.

Antonio Sanjuán, cmf

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