«Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él».
Los judíos no acaban de entender, como tampoco acabamos de entender nosotros: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entenderemos las palabras de Jesús cuando deseemos participar plenamente en la Eucaristía.
Y participar en la Eucaristía significa unirnos a Cristo de tal forma que la persona y la vida de Jesús configuran nuestra propia persona y nuestra propia vida. Cuando comemos el pan de la Eucaristía nos hacemos uno con Jesús. Su vida mueve nuestra vida. Él habita en nosotros y nosotros en Él.
Recíbelo en la Eucaristía siempre que tengas ocasión y procura que sean muchas las ocasiones.
Adóralo presente en el sagrario y procura también que sean muchas veces.
Tu vida se irá transformando sin darte cuenta porque es Jesús quien la transforma a su medida.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf