Sirviendo la Palabra: Lc 15, 1-3.11-32

Lucas 15, 1-3.11-32:
«Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado».

Hace pocos días comentábamos el evangelio de hoy y decíamos lo siguiente:
En este trozo del Evangelio, tan conocido para todos nosotros, aparecen distintas personas:
– un padre que espera constantemente a su hijo,
– un hijo que se marcha de la casa del padre,
– un hermano celoso y protestón,
– un personal de servicio…
Todos actúan, casi todos pronuncian palabras, realizan gestos, expresan sentimientos…
Si tuvieras que elegir a un protagonista, ¿a cuál de ellos elegirías tú?.
Yo no elijo a ninguno de estos personajes como protagonista. Para mí el verdadero protagonismo de esta parábola lo tiene la MISERICORDIA del Padre.
Esa MISERICORDIA es:
– la verdadera casa a la que vuelve el hijo ausente,
– el verdadero regazo en el que es acogido,
– el verdadero corazón en el que se siente amado y querido,
– el verdadero banquete en el que este hijo perdido encontrará de nuevo la alegría.
A lo largo del día de hoy lee todas las veces que puedas esta parábola entera. Saboréala.
Y siéntete como ese hijo pródigo inmerso o inmersa en la misericordia infinita de tu Padre.
Vuelve. Reconcíliate con tu Padre Dios. El Padre siempre espera y desea tu vuelta.
Buenos días.

Antonio Sanjuán Marín, cmf

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