Dios muele nuestra arcilla pobre
y en su lenguaje existe
un hombre amanecido,
con sus labios de sal,
auroras de urnas lánguidas,
tejiendo hoyos marfil
al cuerpo de una aurora.
Su acento trivial de escombros
en odas de tu sangre se columpia
hacia los senos de la aurora,
adivinando un vendaval de besos
en un silencio mudo
de órficos lutos verticales
y de aspecto mutable,
pronunciado.
Vidrioso
transita sobre el papel
adverbios rotos
de tiempo agudo.
Resuena el cristal de sus ojos
y baña su cuerpo en las zanjas
de cálculos nocturnos.
Sin rumbo por la piel,
embriagado,
lucha un rayo de pan
y acelera las noches taciturnas
al frene de la reja
con estiércol de estrellas macilentas
Sin luna,
sin piel,
sin venas,
sin nada.
(Mar y Sombra 1998)
Ramón Uzcátegui M., sc
(FOTO: Johannes Plenio)
SEM RUMO PELA PELE em portugués