Sigue Dios en silencio navegando

Un sueño y otro sueño.
Un despertar de luces y otro sueño.

Navega la mañana
entre corales de una mar en ciernes.
Una granada abierta son sus labios.
Como un cristal herido, sus afanes.

Recojo mi equipaje entre residuos
de estrellas desoladas y luceros vegetales.
Está la llaga abierta y Dios con tiento
haciendo de su sombra mi sosiego.
Piso el umbral de este relámpago
y un silencio amarillo redondea
el pozo verde de mis sueños.

La barca está en la orilla
besando las primeras olas.
Dejo los remos en la arena
y en las redes dibujo una sonrisa.
Sigue Dios en silencio navegando.
Y yo le sigo
acariciando el pulso de la espuma
que dejan sus pisadas.

Blas Márquez Bernal, cmf

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