Siempre contigo

En pleno conflicto en Oriente Medio entre Israel y las milicias de Hamas, nos acercamos a una película israelí que muestra una historia muy entrañable que no tiene nada que ver con la visión belicista que los medios nos ofrecen.

En Israel hay lugar para la ternura y las relaciones paternofiliales emotivas. Un artista sexagenario viaja con su hijo autista. Los primeros minutos de la película nos muestra cómo padre e hijo mantienen una relación cerca y cálida. Enternece ver las secuencias iniciales a los sones de la banda sonora de El chico de Chaplin, que Uri, el hijo, ve continuamente en un dispositivo portátil. La elección de esta película no es casual. En ella vemos también la relación de dos seres igualmente frágiles, cada uno a su manera, y necesitados de compañía y cariño. Aharon cuida a su hijo, le trata con mucho cariño, y se muestra cercano y muy empático.

Al llegar a casa, la madre interviene para plantear el nudo que dará tono a la película. Uri tiene una edad que hace conveniente que ingrese en un centro especializado para que conviva con chicos de su edad. Y surgen las diferencias entre los esposos (ya separados).

Aharon y Uri inician un viaje para dirigirse al centro donde éste va a ser internado. Y el viaje, lleno de reticencias por parte del padre que se resiste porque cree que su hijo no está preparado para ello, es ocasión para profundizar en la necesidad mutua que ambos tienen de estar juntos. Todo ello expuesto sin excesivo ternurismo ni melodramatismo.

Cuando resuenan las bombas y artefactos de guerra en Israel y Gaza, es aleccionador ver Siempre contigo, una visión diferente del carácter israelí, alejado de los halcones de la guerra. La interpretación de sus protagonistas nos ayuda a entrar en la narración y sentir con ellos la necesidad de tener al lado alguien que te aporta calma, pero al que hay que saber renunciar cuando se trata de buscar el bien de los dos.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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