Un pañuelo de lirios en los ojos
sobre el brocal de un pozo.
Y en el quebranto azul de sus despojos
Navega la corriente.
Las aguas intocadas de la fuente
aceleran el pulso de un sollozo
y el tacto blando de un amor doliente.
Está la tarde sola
y los contornos de sus penas, vivos.
Desangran los olivos
en la sal de sus ojos de ola en ola.
Sus dedos sensitivos
acarician la piel
de una mirada ajena y sorprendida.
Se abre de par en par toda la herida
en sus muros de miel.
La sed del Nazareno
y el manantial herido
dibujan telarañas en su seno.
No conoce su voz pero adivina
el tacto de su beso enardecido
y el sudor de su frente que se inclina.
La tarde se adormece
y la palabra ahoga, arde y crece
por los alrededores de sus penas.
Llora la caracola en las arenas
la sal de su quebranto.
Solos los dos en el brocal del llanto,
Solos, sin herramientas ni cadenas.
Humahuaca, 2010
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Reflexión y Liberación)
SAMARITANA II (Jo 4: 5-43) em portugués