Me han cancelado besar tu nombre,
volver a la orilla y decir verdades.
Me han cancelado la voz,
un eco final y otra palabra.
Mas no cancelaron mi palabra,
zapato que avanza
en el ártico respiro
de un camino sin ojeras,
Me han cancelado tu rostro destejido,
la madera selvática y tus clamores.
Mas no cancelaron tus salmos
que acrisolan mi tristeza
cuando los días se despegan
de un suelo apacible y silencioso.
Me han cancelado un día posible,
otro cuerpo y otra historia
de resucitar dormido en tu pulso, Señor,
florecido de romeros
en la víspera
de esta santa y larga muerte.
Ramón Uzcátegui Méndez, sc