La realidad de los trasplantes de órganos es uno de los aspectos resaltables en los avances de la investigación médica. Gracias a la generosidad de quienes donan sus órganos otras personas enfermas pueden ver prolongada su expectativa de vida.
De esto trata Reparar a los vivos, película que aborda esta situación. Los primeros minutos, apenas dialogados, nos presentan a un adolescente que abandona la habitación de su chica, pedalea por una ciudad solitaria hasta encontrarse con dos amigos, con quienes va al mar para practicar el surf. Las imágenes de los jóvenes se detienen excesivamente en unos hechos que no tienen después relevancia en el desarrollo de la historia. Al regreso sufren un accidente (la resolución formal de la presentación del mismo es muy original). Los padres del chico y el personal médico que le atiende asumen a partir de ahí el protagonismo de la historia. A mitad de la película entra en escena la otra cara de la situación: una mujer, madre de dos hijos, ha debido abandonar su profesión (es música) debido a una grave enfermedad cardiaca que padece. Su situación se agrava y se hace necesario un trasplante de corazón para sobrevivir. Así, está planteado el nudo de la historia. Hemos conocido al donante y a la persona enferma necesitada. A partir de aquí, la película casi se convierte en un publirreportaje de las actuaciones realizadas en todo el proceso de donación y recepción del órgano necesario, presentando con bastante minuciosidad los pasos para garantizar la fiabilidad y el éxito de la intervención. Así la película se convierte por momento en una ficción documental. Eso no le quita interés, ni priva a Reparar a los vivos del tono adecuado para mantener la atención. La música de Alexandre Desplat acompaña, a veces excesivamente, el desarrollo de los acontecimientos, dándole a la película un ritmo pausado, acaso muy lento y premioso en algunos momentos.
La interpretación de los protagonistas nos ayuda a seguir la narración. Destacamos particularmente a Emmanuelle Seigner, la madre del joven donante, y Tahar Rahim, el médico responsable del difícil cometido de convencer a la familia de la donación de órganos.
Hace algunos años el realizador canadiense Denys Arcand realizó en Jesús de Montreal un acercamiento particular a la figura de Jesús de Nazaret, desde una óptica muy diferente a la habitual. En dicha película tras la muerte del protagonista, sus órganos son donados para que otras personas puedan vivir. Es un modo concreto de generosidad y entrega, muy acorde con los valores cristianos. Reparar a los vivos nos ofrece un ejemplo de ello.
Antonio Venceslá Toro, cmf