El racismo y distintas formas de xenofobia se han aposentado en capas sociales del continente europeo. El realizador rumano Cristian Mungiu nos ofrece una historia situada en una pequeña población de Transilvania donde conviven personas de distinto origen (rumanos, húngaros y alemanes) algunos de los cuales han trabajado en el extranjero, donde han sido objeto de rechazo y marginación. Uno de ellos regresa al pueblo después de un conflicto vivido en su lugar de trabajo en Alemania precisamente por motivos racistas. Quiere rehacer su vida, pero encuentra un ambiente social y familiar enrarecido debido a la falta de entendimiento con la madre de su hijo, el cual ha dejado de hablar tras sufrir una fuerte impresión cuyo motivo tarda en explicarnos y a la presencia de unos trabajadores provenientes de Sri Lanka que han sido contratados en la panadería local para ocupar un puesto de trabajo que no quieren aceptar los originarios del lugar. Su presencia provoca una reacción contra ellos. Casi al final de la película el realizador nos ofrece una secuencia de casi quince minutos filmada en un único plano que resume las posiciones encontradas que dividen al pueblo y puede entenderse también como una metáfora de las contradicciones que se viven en Europa.

El título de la película, R.M.N. (siglas de Resonancia Magnética Nuclear, prueba médica a que es sometido el padre del protagonista) puede entenderse también como el análisis a que el realizador somete a la sociedad rural que alberga la historia y por extensión a su país y a otros países europeos donde la extrema derecha ha conseguido el poder y moldea sus sociedades desde sus presupuestos racistas.

Cristian Mungiu es uno de realizadores rumanos más reconocidos. En sus películas ha ofrecido una radiografía nada complaciente de la sociedad de su país. En Cuatro meses, tres semanas y tres días o en Los exámenes analiza con mirada crítica la pervivencia en su país de intolerancia, formas de supervivencia ilegales, manipulación social y otros rasgos heredados del pasado comunista de Rumanía que hacen de ésta un fresco social oscuro y triste. La gelidez de la fotografía (oscura y mortecina) pareja al frío de la estación invernal en que transcurre la acción se contagia a una historia igualmente triste y carente de ninguna forma de optimismo. Desde este presupuesto, propone un final sorprendente y casi incomprensible: peca de un simbolismo extremo que contrasta con el naturalismo en que se desarrolla la historia.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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