PROFESIÓN PERPETUA

El pasado 19 de octubre, Anthony Ho Quoc Vu, cmf y Lemuel Paul Tuvilla Ayuyang, cmf emitieron su profesión perpetua en Granada. Igualmente, Tiago Ramos, cmf, Vítor Barbosa, cmf, George Chidyamatondo, cmf, y Xavier Moyo, cmf, hicieron la renovación de su profesión.

En los días previos a su profesión perpetua, Lemuel y Vu,  compartían estas palabras acerca de este paso que iban a dar.

  1. ¿Qué significa la profesión perpetua para ti?

Lemuel

En el sentido más técnico, es la «última profesión» para el religioso: ¿qué significa esto? Significa que ya no le hace falta renovar más los votos de pobreza, castidad y obediencia porque desde este momento, los profesará para siempre. 

En el sentido más profundo, es el momento en el que consagro toda mi vida a Dios como religioso. Es decir, respondo definitivamente a ese amor y a esa llamada de Dios al servicio que ya le ofrecía desde el principio de mi camino vocacional ofreciendo mi Vida para siempre a Él que me ofreció y me sigue ofreciendo la suya.

Vu

La profesión perpetua es una respuesta personal y pública en la que nos comprometemos a vivir los consejos evangélicos para siempre, participando de manera especial en la vida de santidad y de la misión de la Iglesia.

Estos consejos se viven a través de los tres votos: obediencia, castidad y pobreza.

En la obediencia, ponemos nuestra vida en manos de Dios, obedeciendo a nuestros superiores, que actúan en nombre de la Iglesia y de Dios. Con la castidad, buscamos vivir un amor fraternal, sin reservar nuestro corazón. Y con la pobreza, adoptamos un estilo de vida sencillo y solidario con los pobres, rechazando todo lo que sea innecesariamente lujoso.

  1. ¿Cómo supiste que querías hacer este compromiso para siempre? 

Lemuel

Creo que es un proceso lento de discernimiento y descubrimiento. Discernimiento de lo que Dios me pide, de lo que quiere Dios para mí, lento pero necesario para no caer en buscar mi voluntad sino de Él que me llamó. Es un camino también facilitado por los muchos hermanos claretianos que me acompañaron y me mostraron la belleza de  ofrecer a Dios la vida para siempre. Y es también descubrimiento del amor de Dios, de cómo Él ha estado presente en mi vida, amándome y acompañándome en los momentos de alegría y de dolor, del triunfo y de derrota. Es descubrir ese amor tan profundo y tan inmerecido. 

Por eso, llega un momento en el que me doy cuenta de que este amor me llama a la reciprocidad y a la definitividad: a ofrecer mi vida y mi amor a él, poniéndome al servicio de los que él ama profundamente, a mis hermanos, y no solamente para un año o dos, sino para siempre. 

Doy gracias a Dios por llamarme y por darme la oportunidad de dar mi vida al servicio del otro, a pesar de mi fragilidad y mis pecados. Por eso os pido, os pedimos vuestras oraciones que necesitamos mucho. Os pido un momento de tu tiempo de oración para pedir por nosotros, que seamos fieles servidores de la Palabra, y también por las vocaciones a la Iglesia y a la familia Claretiana.

Vu

Creo que llega un momento en el que uno alcanza cierta madurez y comprende que el amor de Dios es algo que no cambia. Eso te da la seguridad para dar una respuesta definitiva. No se trata de poder hacerlo todo por ti mismo, sino de confiar en la ayuda de Dios y en el apoyo de la comunidad. La verdadera seguridad está en el plan de Dios, que también se refleja en el camino de la congregación a la que has decidido unirte.

Quiero pediros que me acompañéis con vuestras oraciones. La vocación misionera es un don precioso, pero lo llevamos en frágiles vasos de barro. Más que nunca, necesitamos corazones que oren por nosotros, para que podamos escuchar con claridad lo que Dios espera de sus misioneros consagrados. Muchas gracias.

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