El 26 de enero se conmemora el Día Mundial de la Educación Ambiental para sensibilizar a las personas sobre la delgada línea que existe entre el desarrollo humano y la conservación del planeta.
El medio ambiente se ha visto durante muchos años como una fuente inagotable de recursos, pero hoy en día se reconoce que existe un delicado equilibrio entre el entorno y la persona, que si no toma conciencia de sus actos puede acarrear graves consecuencias para todos los habitantes del planeta.
Es por ello que la educación ambiental viene a explicar y ayudar a reflexionar sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, de proteger la flora y la fauna de sus localidades y sumarse a las iniciativas mundiales.
En la encíclica Laudato Si’, el Papa Francisco explica cómo la Tierra ha sido “maltratada y saqueada”, por lo que el ser humano debe asumir la responsabilidad de cuidarla. Un compromiso que incluye la eliminación de la miseria, la atención a los pobres y el que todos tengamos acceso a los recursos del planeta.
Además, en la encíclica papal se enumeran todos los males de la Tierra: la contaminación, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la deuda ecológica entre el Norte y el Sur, el antropocentrismo, la preeminencia de la tecnocracia y las finanzas y la propiedad privada por encima del destino universal de los bienes. Males que hacen que el mundo vaya encaminado a una cultura del descarte, donde se atropellan los derechos de los niños y niñas, se abandona a las personas mayores y a muchas personas las lleva hacia una vida de esclavitud.
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